5.4.04
Un confidente del 11-M informaba a una unidad dirigida por un hombre de Vera
5-04-04
Un confidente del 11-M informaba a una unidad dirigida por un hombre de Vera
Rafá Zhueir, detenido por intermediar en la compra de los explosivos, sostiene en una carta enviada al Rey y a Zapatero que colaboraba con la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil - Al frente de la misma figura el coronel Félix Hernando, que siendo comandante realizó tres viajes a Ginebra para entregar maletines con 50 millones de pesetas a las esposas de José Amedo y Michel Domínguez
ANTONIO RUBIO
MADRID.- Rafá Zhueir, el marroquí que hizo de intermediario en la adquisición de los explosivos utilizados en el 11-M, reconoce en una carta enviada al Rey y al presidente José Luis Rodríguez Zapatero que hacía casi tres años que venía trabajando para la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil.
(.../...)
Al frente de esa unidad se encuentra el coronel Félix Hernando, que trabajó a las órdenes directas del ex secretario de Estado de Interior Rafael Vera y que en la actualidad está imputado por la Audiencia Nacional por malversación de fondos y delitos monetarios. Hernando viajó en tres ocasiones hasta Ginebra para entregar a las mujeres de Michel Domínguez y José Amedo maletines con 50 millones de pesetas.
Zhueir, tras ser detenido el 19 de marzo, decidió informar a las máximas autoridades del Estado de su condición de confidente de la Guardia Civil.
EL MUNDO ha conseguido una copia del manuscrito que Rafá Zhueir envió, hace aproximadamente una semana, a las principales autoridades del Estado. En la carta, que consta de cuatro folios escritos a mano, Zhueir explica que él nunca atentaría contra los españoles porque se considera uno más, porque la mayoría de sus amigos son de esta nacionalidad, porque su novia es española y porque en los trenes de la muerte podrían haber viajado su madre y su hermana de cuatro años, que solían tomarlo con cierta frecuencia para ir al mercado del Pozo del Tío Raimundo.
Zhueir reconoce en su escrito que tiene «la mala suerte de traficar con poco hachís», pero que nunca es ni será un terrorista: «Yo he estado con España siempre que me ha necesitado [en clara alusión a su condición de colaborador de la Guardia Civil]. Porque considero a este país [España] mi país y me ha dado todo».
Rafá Zhueir, que ahora tiene 24 años, llegó a España hace 11, cuando tenía 13. A los 17 años, ya estaba trabajando para ayudar económicamente en su hogar. Su paso por el colegio fue breve y no solía asistir a clase con mucha regularidad. Por eso, su redacción en castellano es más bien pobre.
Zhueir también admite en su escrito a las autoridades españolas que él conocía a José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero que presuntamente facilitó los explosivos utilizados el 11-M, y a otros marroquíes. Rafá explica que puso en contacto a los dos grupos y que siguió investigando para la Guardia Civil para saber a qué se dedicaban todos sus miembros: «Pequeño negocio de hachís que hice. A partir de ahí ya no volví a ver a Emilio Trashorras, que siguió trabajando con más y más moros [sic] Durante casi cinco meses detrás mía [se refiere a la UCO] para que yo me enterara de sus actividades ».
Zhueir aclara en su carta que «yo no soy ningún santo, también he hecho cosas malas, como cualquier joven. Siempre con no hacer daño a nadie [sic], por supuesto». Después, el marroquí -que disponía de permiso de residencia y tenía prometida su nacionalización por parte de los miembros de la UCO para los que trabajaba- reconoce que «esto [el 11-M] es un crimen muy grande».
El confidente de la Guardia Civil e intermediario entre el comando Lavapiés y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras apela a las máximas autoridades del Estado y recuerda que «confío en usted y en la Justicia, no me olvide aquí. Soy inocente, yo quiero seguir colaborando con España, como siempre lo he hecho».
Este periódico ha podido saber que Rafá Zhueir era amigo de Jamal Ahmidan, El Chino, uno de los terroristas que se inmolaron en el piso de Leganés, con quien solía hacer negocios de tráfico de hachís. Rafael, como llamaban a Zhueir sus amigos, aprovechaba su condición de portero de discoteca para colocar la mercancía que El Chino traía desde Marruecos.
Quince días fuera
Zhueir, que se declara amante de la noche y confiesa que bebía alcohol y consumía drogas, había practicado y participado en campeonatos de kick-boxing. Ocasionalmente era contratado como guardaespaldas.
Las principales sospechas sobre Zhueir vinieron motivadas porque la policía tuvo conocimiento de que el marroquí desapareció de Madrid durante 15 días: «Piensan mal de mí porque desaparecí de casa durante 15 días, antes del 11-M. Yo siempre me voy de mi casa porque en casa vivimos siete personas y a mí me gustan las mujeres y me voy con ellas, a sus casas y a casas de amigos ».
Zhueir tiene claro que los que cometieron el atentado del 11-M no son sus hermanos: «Estos que dicen hijos de Alá, o quien sea, son unos cobardes y unos hijos de xxxx. No tienen perdón de Alá, ni de Dios, ni de nadie. Qué pena que no haya pena de muerte en España».
Rafá Zhueir, que incluso representó a España en algún combate de kick-boxing, confiesa que él nunca ha pisado una mezquita y que piensa en los pobres inmigrantes muertos: «A mí no me pasa por la cabeza hacer daño a España, ni a nadie. Si llego a saber sólo lo mínimo de estos hijos de xxxx [en clara referencia a Jamal Zougam, El Chino y el resto de los miembros del comando Lavapiés] no estaría llorando nadie».
El marroquí Zhueier también hace una llamada de atención sobre las consecuencias que el atentado del 11-M tendrá entre la gente de su país: «Yo pienso que esa masacre, que a la larga van a pagar todos los marroquíes como yo, que estoy contra el terrorismo No sé quién es Bin Laden, lo conozco desde el 11-S por la TV.Me cago en Al Qaeda».
Toda la verdad
Zhueir repudia en su carta a los fanáticos que dicen ser hijos de Alá: «Yo no rezo, ni voy a la mezquita. Yo sólo creo en Dios como todo el mundo. Y a mí, mi Dios me dice que no mate a nadie y pienso que estos cabrones no tenían corazón ni sentimientos para hacer una cosa así».
Rafá, a pesar de estar imputado junto a los demás marroquíes por los atentados del 11-M, no se siente parte de ellos: «Y ahora soy un terrorista, cómo pueden pensar que soy así. Eso son palabras muy grandes... No me pasa por la cabeza hacer daño a España ni a nadie».
Está convencido de que al final se sabrá toda la verdad y, por eso, ruega una y otra vez a las autoridades españolas que tomen en consideración su carta: «España, confío en la verdad y en vosotros. Por favor, coger [sic] a los culpables».
Por último, Zhueir vuelve a recordar en su escrito que siempre ha trabajado para España y por España y plantea que, si alguien no se lo cree, puede preguntarle a la «UQO» [sic], la Unidad Central Operativa del Servicio de Policía Judicial de la Guardia Civil que dirige el coronel Félix Hernando Martín.
Rafá Zhueir, detenido por intermediar en la compra de los explosivos, sostiene en una carta enviada al Rey y a Zapatero que colaboraba con la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil - Al frente de la misma figura el coronel Félix Hernando, que siendo comandante realizó tres viajes a Ginebra para entregar maletines con 50 millones de pesetas a las esposas de José Amedo y Michel Domínguez
ANTONIO RUBIO
MADRID.- Rafá Zhueir, el marroquí que hizo de intermediario en la adquisición de los explosivos utilizados en el 11-M, reconoce en una carta enviada al Rey y al presidente José Luis Rodríguez Zapatero que hacía casi tres años que venía trabajando para la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil.
(.../...)
Al frente de esa unidad se encuentra el coronel Félix Hernando, que trabajó a las órdenes directas del ex secretario de Estado de Interior Rafael Vera y que en la actualidad está imputado por la Audiencia Nacional por malversación de fondos y delitos monetarios. Hernando viajó en tres ocasiones hasta Ginebra para entregar a las mujeres de Michel Domínguez y José Amedo maletines con 50 millones de pesetas.
Zhueir, tras ser detenido el 19 de marzo, decidió informar a las máximas autoridades del Estado de su condición de confidente de la Guardia Civil.
EL MUNDO ha conseguido una copia del manuscrito que Rafá Zhueir envió, hace aproximadamente una semana, a las principales autoridades del Estado. En la carta, que consta de cuatro folios escritos a mano, Zhueir explica que él nunca atentaría contra los españoles porque se considera uno más, porque la mayoría de sus amigos son de esta nacionalidad, porque su novia es española y porque en los trenes de la muerte podrían haber viajado su madre y su hermana de cuatro años, que solían tomarlo con cierta frecuencia para ir al mercado del Pozo del Tío Raimundo.
Zhueir reconoce en su escrito que tiene «la mala suerte de traficar con poco hachís», pero que nunca es ni será un terrorista: «Yo he estado con España siempre que me ha necesitado [en clara alusión a su condición de colaborador de la Guardia Civil]. Porque considero a este país [España] mi país y me ha dado todo».
Rafá Zhueir, que ahora tiene 24 años, llegó a España hace 11, cuando tenía 13. A los 17 años, ya estaba trabajando para ayudar económicamente en su hogar. Su paso por el colegio fue breve y no solía asistir a clase con mucha regularidad. Por eso, su redacción en castellano es más bien pobre.
Zhueir también admite en su escrito a las autoridades españolas que él conocía a José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero que presuntamente facilitó los explosivos utilizados el 11-M, y a otros marroquíes. Rafá explica que puso en contacto a los dos grupos y que siguió investigando para la Guardia Civil para saber a qué se dedicaban todos sus miembros: «Pequeño negocio de hachís que hice. A partir de ahí ya no volví a ver a Emilio Trashorras, que siguió trabajando con más y más moros [sic] Durante casi cinco meses detrás mía [se refiere a la UCO] para que yo me enterara de sus actividades ».
Zhueir aclara en su carta que «yo no soy ningún santo, también he hecho cosas malas, como cualquier joven. Siempre con no hacer daño a nadie [sic], por supuesto». Después, el marroquí -que disponía de permiso de residencia y tenía prometida su nacionalización por parte de los miembros de la UCO para los que trabajaba- reconoce que «esto [el 11-M] es un crimen muy grande».
El confidente de la Guardia Civil e intermediario entre el comando Lavapiés y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras apela a las máximas autoridades del Estado y recuerda que «confío en usted y en la Justicia, no me olvide aquí. Soy inocente, yo quiero seguir colaborando con España, como siempre lo he hecho».
Este periódico ha podido saber que Rafá Zhueir era amigo de Jamal Ahmidan, El Chino, uno de los terroristas que se inmolaron en el piso de Leganés, con quien solía hacer negocios de tráfico de hachís. Rafael, como llamaban a Zhueir sus amigos, aprovechaba su condición de portero de discoteca para colocar la mercancía que El Chino traía desde Marruecos.
Quince días fuera
Zhueir, que se declara amante de la noche y confiesa que bebía alcohol y consumía drogas, había practicado y participado en campeonatos de kick-boxing. Ocasionalmente era contratado como guardaespaldas.
Las principales sospechas sobre Zhueir vinieron motivadas porque la policía tuvo conocimiento de que el marroquí desapareció de Madrid durante 15 días: «Piensan mal de mí porque desaparecí de casa durante 15 días, antes del 11-M. Yo siempre me voy de mi casa porque en casa vivimos siete personas y a mí me gustan las mujeres y me voy con ellas, a sus casas y a casas de amigos ».
Zhueir tiene claro que los que cometieron el atentado del 11-M no son sus hermanos: «Estos que dicen hijos de Alá, o quien sea, son unos cobardes y unos hijos de xxxx. No tienen perdón de Alá, ni de Dios, ni de nadie. Qué pena que no haya pena de muerte en España».
Rafá Zhueir, que incluso representó a España en algún combate de kick-boxing, confiesa que él nunca ha pisado una mezquita y que piensa en los pobres inmigrantes muertos: «A mí no me pasa por la cabeza hacer daño a España, ni a nadie. Si llego a saber sólo lo mínimo de estos hijos de xxxx [en clara referencia a Jamal Zougam, El Chino y el resto de los miembros del comando Lavapiés] no estaría llorando nadie».
El marroquí Zhueier también hace una llamada de atención sobre las consecuencias que el atentado del 11-M tendrá entre la gente de su país: «Yo pienso que esa masacre, que a la larga van a pagar todos los marroquíes como yo, que estoy contra el terrorismo No sé quién es Bin Laden, lo conozco desde el 11-S por la TV.Me cago en Al Qaeda».
Toda la verdad
Zhueir repudia en su carta a los fanáticos que dicen ser hijos de Alá: «Yo no rezo, ni voy a la mezquita. Yo sólo creo en Dios como todo el mundo. Y a mí, mi Dios me dice que no mate a nadie y pienso que estos cabrones no tenían corazón ni sentimientos para hacer una cosa así».
Rafá, a pesar de estar imputado junto a los demás marroquíes por los atentados del 11-M, no se siente parte de ellos: «Y ahora soy un terrorista, cómo pueden pensar que soy así. Eso son palabras muy grandes... No me pasa por la cabeza hacer daño a España ni a nadie».
Está convencido de que al final se sabrá toda la verdad y, por eso, ruega una y otra vez a las autoridades españolas que tomen en consideración su carta: «España, confío en la verdad y en vosotros. Por favor, coger [sic] a los culpables».
Por último, Zhueir vuelve a recordar en su escrito que siempre ha trabajado para España y por España y plantea que, si alguien no se lo cree, puede preguntarle a la «UQO» [sic], la Unidad Central Operativa del Servicio de Policía Judicial de la Guardia Civil que dirige el coronel Félix Hernando Martín.