6.7.04
Guardias civiles piden a Zouhier que no hable ante la comisión del 11-M
06-07-04
Guardias civiles piden a Zouhier que no hable ante la comisión del 11-M
Tres agentes de la Unidad Central Operativa (UCO), incluido el oficial que le controlaba como confidente, le presionaron en la cárcel el penúltimo fin de semana de mayo - «Tú eres de los nuestros y te vamos a sacar de aquí, pero no tienes que hablar con nadie de los explosivos, ni con el juez, ni con la Comisión, ni con la prensa, ni con tu abogado», le dijeron
ANTONIO RUBIO
MADRID.- Rafá Zouhier, confidente de la Guardia Civil detenido por su presunta colaboración en la obtención de los explosivos utilizados en los atentados del 11-M, recibió en la cárcel la visita de tres miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) que le aconsejaron que, por su bien, no hablara con nadie -incluidos el juez y la prensa- de los explosivos ni de los otros asuntos que venían trabajando e investigando con anterioridad a los sucesos terroristas.
(.../...)
«Tú eres de los nuestros y te vamos a sacar de aquí. Pero para lograr eso no tienes que hablar con nadie. Ni con la prensa ni con el juez ni con tu abogado ni con la comisión del 11-M. Los únicos que te podemos sacar de aquí somos nosotros». Estos fueron los consejos-amenazas que Zouhier recibió en la prisión de Valdemoro de un jefe de la UCO conocido por el alias de Paco.
La visita de los miembros de la UCO al marroquí Zouhier, que en el año 2003 ya avisó a la Guardia Civil de que existía un mercado negro de explosivos en Asturias, se produjo el penúltimo fin de semana de mayo. Entre los días 22 y 23 de mayo.
El jueves 20 de mayo, tras varias semanas de tira y afloja, el Parlamento aprobó la constitución de la comisión del 11-M y desde el primer momento se especuló con que los confidentes de la Policía y la Guardia Civil serían citados.
El 21 de mayo, viernes, Zouhier estuvo declarando en la Audiencia Nacional ante el juez Juan del Olmo y explicó al magistrado todos los pormenores de su relación con Antonio Toro Castro y Emilio Suárez Trashorras, los presuntos vendedores de los explosivos a los miembros del comando Lavapiés, y su relación de confidente con la UCO de la Guardia Civil.
Zouhier también aclaró al juez que en 2003, por indicación de los agentes de la UCO, consiguió una muestra de los explosivos empleados el 11-M y que fueron vendidos, presuntamente, por Toro y Trashorras a Jamal Ahmidam, El Chino.
El grupo de la UCO que visitó a Zouhier en la cárcel de Valdemoro estaba formado por tres agentes. Rafá conocía a dos de ellos, Paco y Víctor, de encuentros anteriores, pero del tercer hombre no sabía nada.
El oficial Víctor, junto con un tal Rafael, eran los enlaces que el marroquí tenía en la UCO y para los que trabajaba como confidente desde hacía tres años. Paco, según relatos anteriores de Zouhier, era el jefe de los otros dos y ya se había reunido con él en varias ocasiones. La última se produjo un día después de los atentados, en los alrededores de la Ermita del Santo de Madrid.
El tercer hombre, según ha podido saber EL MUNDO, era un agente joven, de unos 30 años, que durante todo el tiempo que duró la visita se limitó a tomar notas en una libreta de todo lo que hablaban.
El encuentro entre Zouhier y los hombres de la UCO fue una especie de vis a vis, puesto que el jefe, Paco, en muestra de amistad y compañerismo, ofreció al marroquí la chaqueta que llevaba e incluso llegó a abrazar a su antiguo confidente. El trío de la UCO, además, tuvo el detalle de llevarle a Rafá Zouhier un cartón de tabaco. Es decir, que durante el tiempo que duró la visita los cuatro (el marroquí y los tres guardias civiles) permanecieron en una misma sala y sin ningún tipo de reja o separación de por medio.
Se da la circunstancia de que, con anterioridad a esta visita, Zouhier ya había recibido amenazas de muerte de los hombres de la UCO. Las amenazas se produjeron por teléfono y a través de un tal Mario, amigo de Rafá y confidente de los guardias civiles (ver EL MUNDO del 31 de mayo de 2004).
Mario fue la persona que convenció a Zouhier para que se convirtiera, como él, en confidente de la UCO. Después de las amenazas, Mario desapareció de España por indicación directa de los agentes de la Guardia Civil. Este hecho fue denunciado por Zouhier en una carta que envió al ministro del Interior, José Antonio Alonso, el pasado 4 de mayo: «Se me ha puesto de manifiesto que los miembros de la UCO podrían enviar un sicario a la cárcel para asesinarme».
Traslado de prisión
Tras la carta denuncia al ministro del Interior, el juez Del Olmo e Instituciones Penitenciarias tomaron la determinación de trasladar de cárcel a Zouhier y pasó de la prisión de Valdemoro a la de Aranjuez.
Paco, según el propio Rafá, fue quien dirigió el encuentro en la cárcel y el que más habló durante todo el tiempo que duró la visita. Todos estos pormenores se reflejan en el manuscrito que Zouhier ha hecho llegar a EL MUNDO: «Sabemos que estás con nosotros y vamos a hablar con el juez... Ellos, los de la UCO, me daban la seguridad de que no me preocupe de nada que nosotros te ayudamos y te protegemos. Nunca te va a pasar nada», escribe Zouhier.
A cambio de esa protección y ayuda, Zouhier recibió la recomendación por parte de los oficiales Paco y Víctor de que no hablara de los explosivos ni al juez, ni a su abogado y mucho menos a la prensa y a la comisión parlamentaria del 11-M.
Se da la circunstancia de que el oficial Víctor ya ha sido identificado judicialmente y que, además, ha declarado como testigo ante el juez Del Olmo. Así lo recoge el magistrado en la página 14 del auto del 18 de junio.
En ese mismo auto el juez Del Olmo reconoce: «Víctor, miembro de la Guardia Civil, tenía una relación profesional previa con el reseñado Rafá Zouhier».
La declaración judicial de este oficial se produjo tras una interceptación o escucha telefónica que la policía realizó el pasado 17 de marzo entre el confidente Zouhier y Víctor, su enlace en la Guardia Civil.
En esa ocasión, Rafá facilitó a Víctor el domicilio de Jamal Ahmidam, El Chino, y le informó de que en la casa del marroquí había visto detonadores, cable y mandos a distancia. Parte de esos elementos fueron utilizados el 2 de abril, 15 días más tarde, por un comando islamista para intentar llevar a cabo un atentado en las vías del AVE.
Entre las recomendaciones que Zouhier recibió de sus antiguos jefes en la UCO se encuentra la de que no hable de las armas ni de los explosivos. Sin embargo, Rafá recuerda en su misiva algunos de esos aspectos: «A mí la Guardia Civil me dijo que buscara mafias para comprar explosivos. Y algunas mafias me decían que no querían explosivos, que querían armas y metralletas».
Zouhier también aclara que no tenía nada que ver con las armas y que nunca compró ese material a los búlgaros, como refleja la policía en un informe enviado a la comisión. En cambio, Rafá sí reconoce en su carta a EL MUNDO que avisó a la Guardia Civil de que Rachib (se refiere a Rachib Aglif, detenido por su relación con el comando Lavapiés) le comentó que El Chino tenía armas en su casa: «Yo siempre informé de todo. Ahora todo lo que he informado me lo han metido a mí. ¿Por qué? Y mil porqué. [sic] Yo me he enterado por Rachib de que El Chino tenía armas y granadas y no se que más. Yo informé a la Guardia Civil de que Rachib era un atracador de joyerías y que fue él quien me presentó a El Chino».
Otro de los elementos que la UCO no quiere que revele Zouhier es que 7 meses antes del 11-M tuvo que ser intervenido en el hospital San Carlos de una herida. Ese accidente se produjo cuando manipulaba un detonador facilitado por la Guardia Civil para que tuviera conocimiento de ese material cuando hablara con las mafias, a las que pretendían colocarle una partida de explosivos, y con los vendedores de la Goma-2.
Pero la preocupación principal de los agentes de la UCO con respecto a su antiguo confidente se centra en los 15 días anteriores al 11-M. Durante ese tiempo, Zouhier y sus contactos en la UCO de la Guardia Civil llevaron a cabo una operación de la que el marroquí no quiere hablar.
Rafá recibió la promesa por parte de la UCO de que si todo salía bien obtendría la nacionalidad española y una casa. Zouhier piensa que ese secreto es su seguro de vida y que si lo revela será delante de la comisión.
ANTONIO RUBIO
MADRID.- Rafá Zouhier, confidente de la Guardia Civil detenido por su presunta colaboración en la obtención de los explosivos utilizados en los atentados del 11-M, recibió en la cárcel la visita de tres miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) que le aconsejaron que, por su bien, no hablara con nadie -incluidos el juez y la prensa- de los explosivos ni de los otros asuntos que venían trabajando e investigando con anterioridad a los sucesos terroristas.
(.../...)
«Tú eres de los nuestros y te vamos a sacar de aquí. Pero para lograr eso no tienes que hablar con nadie. Ni con la prensa ni con el juez ni con tu abogado ni con la comisión del 11-M. Los únicos que te podemos sacar de aquí somos nosotros». Estos fueron los consejos-amenazas que Zouhier recibió en la prisión de Valdemoro de un jefe de la UCO conocido por el alias de Paco.
La visita de los miembros de la UCO al marroquí Zouhier, que en el año 2003 ya avisó a la Guardia Civil de que existía un mercado negro de explosivos en Asturias, se produjo el penúltimo fin de semana de mayo. Entre los días 22 y 23 de mayo.
El jueves 20 de mayo, tras varias semanas de tira y afloja, el Parlamento aprobó la constitución de la comisión del 11-M y desde el primer momento se especuló con que los confidentes de la Policía y la Guardia Civil serían citados.
El 21 de mayo, viernes, Zouhier estuvo declarando en la Audiencia Nacional ante el juez Juan del Olmo y explicó al magistrado todos los pormenores de su relación con Antonio Toro Castro y Emilio Suárez Trashorras, los presuntos vendedores de los explosivos a los miembros del comando Lavapiés, y su relación de confidente con la UCO de la Guardia Civil.
Zouhier también aclaró al juez que en 2003, por indicación de los agentes de la UCO, consiguió una muestra de los explosivos empleados el 11-M y que fueron vendidos, presuntamente, por Toro y Trashorras a Jamal Ahmidam, El Chino.
El grupo de la UCO que visitó a Zouhier en la cárcel de Valdemoro estaba formado por tres agentes. Rafá conocía a dos de ellos, Paco y Víctor, de encuentros anteriores, pero del tercer hombre no sabía nada.
El oficial Víctor, junto con un tal Rafael, eran los enlaces que el marroquí tenía en la UCO y para los que trabajaba como confidente desde hacía tres años. Paco, según relatos anteriores de Zouhier, era el jefe de los otros dos y ya se había reunido con él en varias ocasiones. La última se produjo un día después de los atentados, en los alrededores de la Ermita del Santo de Madrid.
El tercer hombre, según ha podido saber EL MUNDO, era un agente joven, de unos 30 años, que durante todo el tiempo que duró la visita se limitó a tomar notas en una libreta de todo lo que hablaban.
El encuentro entre Zouhier y los hombres de la UCO fue una especie de vis a vis, puesto que el jefe, Paco, en muestra de amistad y compañerismo, ofreció al marroquí la chaqueta que llevaba e incluso llegó a abrazar a su antiguo confidente. El trío de la UCO, además, tuvo el detalle de llevarle a Rafá Zouhier un cartón de tabaco. Es decir, que durante el tiempo que duró la visita los cuatro (el marroquí y los tres guardias civiles) permanecieron en una misma sala y sin ningún tipo de reja o separación de por medio.
Se da la circunstancia de que, con anterioridad a esta visita, Zouhier ya había recibido amenazas de muerte de los hombres de la UCO. Las amenazas se produjeron por teléfono y a través de un tal Mario, amigo de Rafá y confidente de los guardias civiles (ver EL MUNDO del 31 de mayo de 2004).
Mario fue la persona que convenció a Zouhier para que se convirtiera, como él, en confidente de la UCO. Después de las amenazas, Mario desapareció de España por indicación directa de los agentes de la Guardia Civil. Este hecho fue denunciado por Zouhier en una carta que envió al ministro del Interior, José Antonio Alonso, el pasado 4 de mayo: «Se me ha puesto de manifiesto que los miembros de la UCO podrían enviar un sicario a la cárcel para asesinarme».
Traslado de prisión
Tras la carta denuncia al ministro del Interior, el juez Del Olmo e Instituciones Penitenciarias tomaron la determinación de trasladar de cárcel a Zouhier y pasó de la prisión de Valdemoro a la de Aranjuez.
Paco, según el propio Rafá, fue quien dirigió el encuentro en la cárcel y el que más habló durante todo el tiempo que duró la visita. Todos estos pormenores se reflejan en el manuscrito que Zouhier ha hecho llegar a EL MUNDO: «Sabemos que estás con nosotros y vamos a hablar con el juez... Ellos, los de la UCO, me daban la seguridad de que no me preocupe de nada que nosotros te ayudamos y te protegemos. Nunca te va a pasar nada», escribe Zouhier.
A cambio de esa protección y ayuda, Zouhier recibió la recomendación por parte de los oficiales Paco y Víctor de que no hablara de los explosivos ni al juez, ni a su abogado y mucho menos a la prensa y a la comisión parlamentaria del 11-M.
Se da la circunstancia de que el oficial Víctor ya ha sido identificado judicialmente y que, además, ha declarado como testigo ante el juez Del Olmo. Así lo recoge el magistrado en la página 14 del auto del 18 de junio.
En ese mismo auto el juez Del Olmo reconoce: «Víctor, miembro de la Guardia Civil, tenía una relación profesional previa con el reseñado Rafá Zouhier».
La declaración judicial de este oficial se produjo tras una interceptación o escucha telefónica que la policía realizó el pasado 17 de marzo entre el confidente Zouhier y Víctor, su enlace en la Guardia Civil.
En esa ocasión, Rafá facilitó a Víctor el domicilio de Jamal Ahmidam, El Chino, y le informó de que en la casa del marroquí había visto detonadores, cable y mandos a distancia. Parte de esos elementos fueron utilizados el 2 de abril, 15 días más tarde, por un comando islamista para intentar llevar a cabo un atentado en las vías del AVE.
Entre las recomendaciones que Zouhier recibió de sus antiguos jefes en la UCO se encuentra la de que no hable de las armas ni de los explosivos. Sin embargo, Rafá recuerda en su misiva algunos de esos aspectos: «A mí la Guardia Civil me dijo que buscara mafias para comprar explosivos. Y algunas mafias me decían que no querían explosivos, que querían armas y metralletas».
Zouhier también aclara que no tenía nada que ver con las armas y que nunca compró ese material a los búlgaros, como refleja la policía en un informe enviado a la comisión. En cambio, Rafá sí reconoce en su carta a EL MUNDO que avisó a la Guardia Civil de que Rachib (se refiere a Rachib Aglif, detenido por su relación con el comando Lavapiés) le comentó que El Chino tenía armas en su casa: «Yo siempre informé de todo. Ahora todo lo que he informado me lo han metido a mí. ¿Por qué? Y mil porqué. [sic] Yo me he enterado por Rachib de que El Chino tenía armas y granadas y no se que más. Yo informé a la Guardia Civil de que Rachib era un atracador de joyerías y que fue él quien me presentó a El Chino».
Otro de los elementos que la UCO no quiere que revele Zouhier es que 7 meses antes del 11-M tuvo que ser intervenido en el hospital San Carlos de una herida. Ese accidente se produjo cuando manipulaba un detonador facilitado por la Guardia Civil para que tuviera conocimiento de ese material cuando hablara con las mafias, a las que pretendían colocarle una partida de explosivos, y con los vendedores de la Goma-2.
Pero la preocupación principal de los agentes de la UCO con respecto a su antiguo confidente se centra en los 15 días anteriores al 11-M. Durante ese tiempo, Zouhier y sus contactos en la UCO de la Guardia Civil llevaron a cabo una operación de la que el marroquí no quiere hablar.
Rafá recibió la promesa por parte de la UCO de que si todo salía bien obtendría la nacionalidad española y una casa. Zouhier piensa que ese secreto es su seguro de vida y que si lo revela será delante de la comisión.