19.4.06
Andaluzuela
19-04-06
COMENTARIOS LIBERALES
Andaluzuela
FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS
La generalización del sistema autonómico, concebido de forma bastante estúpida para que, según nos decían entonces, «los nacionalistas se sintieran cómodos en España», se produjo precisamente en Andalucía, cuando Rafael Escuredo se puso un día a dieta, a la que llamó «huelga de hambre» y cuando los demagogos oportunistas del PSOE agitaron el espantajo del agravio comparativo y reclamaron las mismas competencias «que los catalanes». Un cuarto de siglo después, estrepitosamente fracasado el Estado de las Autonomías, los socialistas vuelven a agitar el agravio comparativo como bandera política, pero esta vez los oportunistas de Chaves no piden autonomía sino nación, o sea, Estado. Y copian de Cataluña lo peor a largo plazo para los andaluces aunque sea lo mejor a corto plazo para su casta dirigente, porque les da todo el poder: Justicia propia, Hacienda medio propia y relaciones bilaterales con el Estado. En definitiva, propugnan el vaciamiento prácticamente total de competencias del Estado y la balcanización casi completa de aquella nación política que vio la luz en Cádiz y que va a pasar a mejor vida, o sea, a peor, en Sevilla. Aunque para no ofender a tan hermosa ciudad sería mejor llamarla Chaves City o Zarrías Town.
Para los andaluces es malo copiar el Estatuto catalán no sólo porque se carga España, que en buena parte ha sido estos dos últimos siglos fruto de Andalucía, sino porque al liquidar la solidaridad nacional, al arruinar la igualdad de los españoles ante la ley, al aumentar la discrecionalidad y el despotismo de los poderes locales en todas sus variantes, condenan a una región de desarrollo muy desigual a una ruina igualitarista. Lo primero que necesita para prosperar cualquier país del mundo, sea región, nación, Estado, federación o confederación, es seguridad jurídica, garantías de separación de poderes, independencia judicial, seguridad en las leyes, y proscripción o persecución de toda arbitrariedad política en la aplicación de la legalidad vigente. Es decir, exactamente lo contrario del Estatuto norcoreano de Cataluña y justamente lo que más falta hace en una región con tan imperiosa necesidad de inversiones a largo plazo como Andalucía.
Al destruir la Nación española, la soberanía nacional, el régimen constitucional y nuestra civilización política, la casta dirigente andaluza comete un delito de lesa patria, sirve de palanganera a la casta dirigente catalana para generalizar y diluir la traición a España y, además, arruina la razón de ser de Andalucía, siempre española. Esa es la ruina moral. La material provendrá del fatal efecto de tercermundización que produce cualquier despotismo de nuevos ricos sobre viejos pobres. De Andalucía a Andaluzuela.
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Andaluzuela
FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS
La generalización del sistema autonómico, concebido de forma bastante estúpida para que, según nos decían entonces, «los nacionalistas se sintieran cómodos en España», se produjo precisamente en Andalucía, cuando Rafael Escuredo se puso un día a dieta, a la que llamó «huelga de hambre» y cuando los demagogos oportunistas del PSOE agitaron el espantajo del agravio comparativo y reclamaron las mismas competencias «que los catalanes». Un cuarto de siglo después, estrepitosamente fracasado el Estado de las Autonomías, los socialistas vuelven a agitar el agravio comparativo como bandera política, pero esta vez los oportunistas de Chaves no piden autonomía sino nación, o sea, Estado. Y copian de Cataluña lo peor a largo plazo para los andaluces aunque sea lo mejor a corto plazo para su casta dirigente, porque les da todo el poder: Justicia propia, Hacienda medio propia y relaciones bilaterales con el Estado. En definitiva, propugnan el vaciamiento prácticamente total de competencias del Estado y la balcanización casi completa de aquella nación política que vio la luz en Cádiz y que va a pasar a mejor vida, o sea, a peor, en Sevilla. Aunque para no ofender a tan hermosa ciudad sería mejor llamarla Chaves City o Zarrías Town.
Para los andaluces es malo copiar el Estatuto catalán no sólo porque se carga España, que en buena parte ha sido estos dos últimos siglos fruto de Andalucía, sino porque al liquidar la solidaridad nacional, al arruinar la igualdad de los españoles ante la ley, al aumentar la discrecionalidad y el despotismo de los poderes locales en todas sus variantes, condenan a una región de desarrollo muy desigual a una ruina igualitarista. Lo primero que necesita para prosperar cualquier país del mundo, sea región, nación, Estado, federación o confederación, es seguridad jurídica, garantías de separación de poderes, independencia judicial, seguridad en las leyes, y proscripción o persecución de toda arbitrariedad política en la aplicación de la legalidad vigente. Es decir, exactamente lo contrario del Estatuto norcoreano de Cataluña y justamente lo que más falta hace en una región con tan imperiosa necesidad de inversiones a largo plazo como Andalucía.
Al destruir la Nación española, la soberanía nacional, el régimen constitucional y nuestra civilización política, la casta dirigente andaluza comete un delito de lesa patria, sirve de palanganera a la casta dirigente catalana para generalizar y diluir la traición a España y, además, arruina la razón de ser de Andalucía, siempre española. Esa es la ruina moral. La material provendrá del fatal efecto de tercermundización que produce cualquier despotismo de nuevos ricos sobre viejos pobres. De Andalucía a Andaluzuela.