22.5.06
Segundo es último
22-05-06
COMENTARIOS LIBERALES
Segundo es último
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Holgazaneando por internet, que se ha convertido en la coartada perfecta para trabajar sin dar golpe, me encuentro con este titular: «Ronaldinho: segundo y último es lo mismo». Naturalmente, mientras pulso la flechita para leerlo entero siento un dolor afilado a la altura de la memoria. «Hasta éste se mofa del Madrid -me digo-, ya ni los brasileños nos respetan». «Claro -continúo-, empieza el veterano Montejano, diciendo que de mayor quiere ser Laporta y acompañándolo como valet de chambre a París y se acaba convertido en el hazmerreír de los genios de alquiler». «Esto pasa -prosigo en mi magín, mientras en la ventana luminosa del ordenador siguen sin aparecer las declaraciones de Ronaldinho- por lo mal que funcionan los medios de comunicación. Mucho autobús en las Atarazanas y mucha muchedumbre, pero ya nadie se acuerda del Camp Nou con aquel gigantesco mapa de los Països Catalans en el centro del césped, dibujando el lebensraum o espacio vital del imperio nacionalista catalán que, con una o dos copas más, acaudillará Laporta». «España se hunde; -rumio, porque el ordenata no se abre- y el Madrid da risa: el año que no nos insulta Eto'o, se pitorrea Ronaldinho».
Llegado a ese punto de amarga reflexión sobre el sic transit, lo raudo de las glorias del mundo y lo infaliblemente humano de la ingratitud, por fin, ah, se abre la pantalla y... debo mandar todas mis reflexiones a la papelera de reciclaje. Ronaldinho no habla del Madrid sino del Brasil. No sugiere lo que todos sabemos: que para el Real Madrid, como para el Barcelona en las épocas de grandeza, quedar segundos y últimos es lo mismo. No.El brasileño dice que para su selección nacional de fútbol, quedar segunda o última en el Mundial es exactamente igual, porque todo lo que no sea ganar, supone para jugadores y aficionados una derrota inaceptable, demoledora, tristísima.
No hay mejor modo de explicar lo que significa el dominio, la hegemonía o el liderazgo en un campo cualquiera, de fútbol o de los otros.
Para los grandes, no hay derrotas pequeñas. Para los pequeños, todas las victorias son grandes. Nos zambullimos ahora en un turbio periodo electoral y nacional, cuyo calendario ha puesto Zapatero en manos de la ETA, y deberíamos medir nuestros deseos con la vieja vara de la realidad. España sólo podía aspirar a la derrota del terrorismo separatista. Todo lo que no fuera ganar, era perder. Para el terrorismo separatista, no perder ante España y no verse, como siempre, perseguido por el Poder, suponía la victoria. Jugar contra España de igual a igual lo es para ETA por partida doble: por lo que uno alcanza y lo que el otro acepta perder. Sí, Ronaldinho: ser segundo y último puede ser lo mismo.En España, también.
Llegado a ese punto de amarga reflexión sobre el sic transit, lo raudo de las glorias del mundo y lo infaliblemente humano de la ingratitud, por fin, ah, se abre la pantalla y... debo mandar todas mis reflexiones a la papelera de reciclaje. Ronaldinho no habla del Madrid sino del Brasil. No sugiere lo que todos sabemos: que para el Real Madrid, como para el Barcelona en las épocas de grandeza, quedar segundos y últimos es lo mismo. No.El brasileño dice que para su selección nacional de fútbol, quedar segunda o última en el Mundial es exactamente igual, porque todo lo que no sea ganar, supone para jugadores y aficionados una derrota inaceptable, demoledora, tristísima.
No hay mejor modo de explicar lo que significa el dominio, la hegemonía o el liderazgo en un campo cualquiera, de fútbol o de los otros.
Para los grandes, no hay derrotas pequeñas. Para los pequeños, todas las victorias son grandes. Nos zambullimos ahora en un turbio periodo electoral y nacional, cuyo calendario ha puesto Zapatero en manos de la ETA, y deberíamos medir nuestros deseos con la vieja vara de la realidad. España sólo podía aspirar a la derrota del terrorismo separatista. Todo lo que no fuera ganar, era perder. Para el terrorismo separatista, no perder ante España y no verse, como siempre, perseguido por el Poder, suponía la victoria. Jugar contra España de igual a igual lo es para ETA por partida doble: por lo que uno alcanza y lo que el otro acepta perder. Sí, Ronaldinho: ser segundo y último puede ser lo mismo.En España, también.