18.5.06
Izquierda y Placer
18-05-06
COMENTARIOS LIBERALES
Izquierda y Placer
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Un amigo psicoanalista, no hace falta decir que argentino, me dio hace bastantes años una definición muy interesante sobre lo que realmente diferencia a Izquierda y Derecha. La he recordado a propósito de la deriva populista de casi toda la izquierda y buena parte de la derecha en Latinoamérica, pero como España empieza a parecerse cada vez más a esa macedonia de desastres que son las repúblicas bolivarinas, no digamos ya bolivarianas, convendría actualizar el análisis pro domo nostra. Mi amigo partía de uno de los textos más famosos de Freud, el que diferencia el Principio del Placer y el Principio de Realidad como dos fuerzas actuantes en el ser humano que lo arrastran (del que jalan, diría él) en un sentido y en otro, o en ambos, en forcejeo siempre incierto. Y concluía que la Derecha opera bajo el principio de Realidad y la Izquierda bajo el del Placer.
Nunca se alcanza un compromiso realmente estable entre esas dos fuerzas, salvo en la fosa, así que depende de nuestro carácter y de las distintas épocas y avatares de nuestra vida que se vaya imponiendo un principio u otro, siempre en términos relativos, para no acabar fatal y antes de tiempo. Si perdemos o despreciamos el principio de realidad podemos asomarnos a la ventana y echarnos a volar por no perdernos ese gusto. El resultado es la tortilla humana en la acera. Pero si perdemos de vista el principio del placer, también padece, aunque aparentemente en menor medida, nuestro equilibrio interior, desprovisto de todo estímulo placentero y atado a los deberes que una realidad exigente y hasta hipertrofiada nos impone. Y el resultado puede ser igualmente trágico.
Mi amigo, arrastrado por el turbión revolucionario de los años 70, estaba horrorizado por el empeño irracional de comunistas, peronistas y demás revolucionarios latinoamericanos en negar la realidad y despreciar los trabajosos frutos de la economía de mercado y del liberalismo democrático, únicos cauces de prosperidad y libertad para los países que, tras renunciar a los mitos del buen salvaje y del Gobierno salvador, los disfrutan. Lo importante es salvarse del Gobierno. Pero en España, ay, también se ha puesto a funcionar a toda máquina el principio del placer como base de acción política. Es placentero fingir que un Estatuto de Cataluña no rompe la Constitución y la Nación, aunque las rompa. Es más cómodo creer que la ETA va a dejar de matar a cambio de nada que aplicar el principio de realidad que lo desmiente. En política exterior, a ZP y compañía les gusta el discurso antioccidental de Evo y el islam, aunque para los dos España sea Occidente.Con la inmigración ilegal o la Educación, pasa lo mismo. Así que en realidad vamos al gran desastre, pero la Izquierda, ah, lo está disfrutando mucho.
Nunca se alcanza un compromiso realmente estable entre esas dos fuerzas, salvo en la fosa, así que depende de nuestro carácter y de las distintas épocas y avatares de nuestra vida que se vaya imponiendo un principio u otro, siempre en términos relativos, para no acabar fatal y antes de tiempo. Si perdemos o despreciamos el principio de realidad podemos asomarnos a la ventana y echarnos a volar por no perdernos ese gusto. El resultado es la tortilla humana en la acera. Pero si perdemos de vista el principio del placer, también padece, aunque aparentemente en menor medida, nuestro equilibrio interior, desprovisto de todo estímulo placentero y atado a los deberes que una realidad exigente y hasta hipertrofiada nos impone. Y el resultado puede ser igualmente trágico.
Mi amigo, arrastrado por el turbión revolucionario de los años 70, estaba horrorizado por el empeño irracional de comunistas, peronistas y demás revolucionarios latinoamericanos en negar la realidad y despreciar los trabajosos frutos de la economía de mercado y del liberalismo democrático, únicos cauces de prosperidad y libertad para los países que, tras renunciar a los mitos del buen salvaje y del Gobierno salvador, los disfrutan. Lo importante es salvarse del Gobierno. Pero en España, ay, también se ha puesto a funcionar a toda máquina el principio del placer como base de acción política. Es placentero fingir que un Estatuto de Cataluña no rompe la Constitución y la Nación, aunque las rompa. Es más cómodo creer que la ETA va a dejar de matar a cambio de nada que aplicar el principio de realidad que lo desmiente. En política exterior, a ZP y compañía les gusta el discurso antioccidental de Evo y el islam, aunque para los dos España sea Occidente.Con la inmigración ilegal o la Educación, pasa lo mismo. Así que en realidad vamos al gran desastre, pero la Izquierda, ah, lo está disfrutando mucho.