7.7.06

 

Nueva época

 

07-07-06



AL ABORDAJE

Nueva época


DAVID GISTAU

Lo dijo Stalin: «Una muerte es una tragedia. Un millón de muertes es una estadística». E incluso menos de un millón. Porque los casi mil ejecutados por ETA ya han sido disueltos en la estadística, como un líquido que hubiera acabado de desaparecer por el desagüe de la bañera de Psicosis, para que el recuerdo de cada una de esas tragedias individuales no entorpezca el advenimiento de la nueva época recién abierta en la mesa de un hotel de San Sebastián, cosa rara, sin centros florales compuestos por rosas blancas, ni la manga habitual de faranduleros abriéndose la gabardina para que veamos cómo les cuelga el compromiso.

A Otegi, ese Pachi que nos helará la sangre y al que le faltan bayetas para borrar las siluetas trazadas con tiza en la escena del crimen, le ha pedido que, antes de entrar, pase por debajo de la puerta la patita de demócrata. O que al menos la apañe con un calcetín de piel de cordero que, si lo necesita, le pueden hacer llegar los maderos chivatos de la verificación o algún juez metido a hacer política de los que prefieren servir al proceso antes que a la Ley. Total, tan sólo se trata de escenificar algún gesto retórico al que pueda agarrarse el PSOE para disculpar la travesura de las casi mil técnicas de combate modernas introducidas en casi mil cráneos estadísticos. Y así, alborozarnos todos con esa nueva época con la que arranca la modernidad, en la que se hablará de autodeterminación y de lo que se tercie con tal de no negar a Otegi su cuota de victoria exigida como tributo, y que ya ha sido retratada en una fotografía decididamente in, en la que, como diría Peces-Barba, estaban los buenos. Los que administrarán, constituidos en tripartito, el futuro del Norte con la eliminación civil de los malos del PP, a los que todavía es pronto para ilegalizar como pide Otegi con otro de sus automatismos chequistas en los que se esboza la catadura del terrorista recién ascendido a estadista y ungido como hombre de paz por el dedo índice gandhiano de Zetapé. Alguna estatua de Franco habrá que conservar para retirarla cuando a Otegi los buenos le hagan un homenaje, que todo se andará ahora que esta segunda Transición, como la primera, está dispuesta a aprobar un Punto Final sin culpables, por una paz basada en la rendición y en el cálculo político para construir una forma de poder que será definitiva aun sin ilegalizar por las bravas a los diez millones de malos que no salen en la foto.

Como Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagaza, anticuada y out según los términos de Zetapé por ese empeño suyo de rescatar de la estadística la tragedia personal de su hijo para recordarnos a quiénes estamos dejando atrás, sólo por atajar hacia una paz sin honra en la que aún ni hemos empezado a tragar. Les van a faltar bayetas, a López y a Zetapé, para borrar todas esas caras que les van a salir en su nueva época como en la casa aquella de Bélmez.

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