9.3.07
COMENTARIOS LIBERALES De ayer a hoy FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
09-03-07

COMENTARIOS LIBERALES
De ayer a hoy
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Cuando se haga la historia de estos años de oprobio y traición, de obtuso y porfiado crimen contra la nación española, es más que probable que la manifestación convocada por el PP para mañana sábado ocupe un lugar significativo. La prueba de la importancia que tiene es que durante este minucioso proceso de demolición del régimen constitucional del 78 y de la nación que lo sustenta -que es España-, es la primera y única vez que el gran partido de la derecha española ha convocado a la gente a salir a la calle.
Han pasado tres años desde que, manipulando del modo más artero una masacre que ahora se niega a investigar, Zapatero y su cuadrilla llegaron al poder; tres años ya desde que pusieron en marcha un proyecto de destrucción nacional a cuyo lado la «vasta empresa de demoliciones» con que acunaba su letal ingenio Azaña es una epopeya constructiva, algo así como la empresa inmobiliaria de las pirámides de Egipto.
Muchas de las atrocidades perpetradas por este Gobierno progre no tienen fácil remedio. Vamos, ni fácil ni difícil: no tienen remedio. El nuevo Estatuto de Cataluña supone el fin de la nación española como sujeto político, y basta cotejarlo con el de 1932, votado en las Cortes más que constituyentes del nuevo régimen republicano, nacido el año anterior, para ver cómo aquellas izquierdas eran criminalmente sectarias, pero no habían llevado su odio a España hasta el extremo de destruirla. Al menos, no toda y no todo.
Trataron de liquidar a la media España de derechas, de quemar en una pira la tradición romana y cristiana de nuestra nación, en un empeño típicamente dictatorial, con el anticlericalismo del XIX y la técnica genocida del siglo de Lenin, pero no era o no se pensaba como un plan secesionista, troceador y carnicero. La Guerra Civil que tanto buscó el PSOE de Largo Caballero y que, pese a la formidable oposición de Besteiro y un tercio del PSOE, finalmente consiguió para desgracia suya y nuestra era un proyecto de dictadura en nombre del proletariado, pero no de liquidación de España.
Esto, sí. La manifestación del 10 de marzo de 2007 será probablemente la más grande convocada por ningún partido político desde que nuestra Constitución de Cádiz garantizara el derecho de reunirse para hacer política con la protección de la Ley. Lo que ha ido a peor de aquella heroica España a esta cosa penosa gestionada por sus enemigos es evidente.
La razón para que la gente se eche mañana a la calle es que no sólo se está triturando la libertad política y la dignidad ciudadana, sino también el ámbito nacional que las hace legítimas y posibles. Hay muchas razones para manifestarse mañana. Las más nobles, España y la Libertad. La más triste, ay, contemplar lo que va de ayer a hoy.
Han pasado tres años desde que, manipulando del modo más artero una masacre que ahora se niega a investigar, Zapatero y su cuadrilla llegaron al poder; tres años ya desde que pusieron en marcha un proyecto de destrucción nacional a cuyo lado la «vasta empresa de demoliciones» con que acunaba su letal ingenio Azaña es una epopeya constructiva, algo así como la empresa inmobiliaria de las pirámides de Egipto.
Muchas de las atrocidades perpetradas por este Gobierno progre no tienen fácil remedio. Vamos, ni fácil ni difícil: no tienen remedio. El nuevo Estatuto de Cataluña supone el fin de la nación española como sujeto político, y basta cotejarlo con el de 1932, votado en las Cortes más que constituyentes del nuevo régimen republicano, nacido el año anterior, para ver cómo aquellas izquierdas eran criminalmente sectarias, pero no habían llevado su odio a España hasta el extremo de destruirla. Al menos, no toda y no todo.
Trataron de liquidar a la media España de derechas, de quemar en una pira la tradición romana y cristiana de nuestra nación, en un empeño típicamente dictatorial, con el anticlericalismo del XIX y la técnica genocida del siglo de Lenin, pero no era o no se pensaba como un plan secesionista, troceador y carnicero. La Guerra Civil que tanto buscó el PSOE de Largo Caballero y que, pese a la formidable oposición de Besteiro y un tercio del PSOE, finalmente consiguió para desgracia suya y nuestra era un proyecto de dictadura en nombre del proletariado, pero no de liquidación de España.
Esto, sí. La manifestación del 10 de marzo de 2007 será probablemente la más grande convocada por ningún partido político desde que nuestra Constitución de Cádiz garantizara el derecho de reunirse para hacer política con la protección de la Ley. Lo que ha ido a peor de aquella heroica España a esta cosa penosa gestionada por sus enemigos es evidente.
La razón para que la gente se eche mañana a la calle es que no sólo se está triturando la libertad política y la dignidad ciudadana, sino también el ámbito nacional que las hace legítimas y posibles. Hay muchas razones para manifestarse mañana. Las más nobles, España y la Libertad. La más triste, ay, contemplar lo que va de ayer a hoy.
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