Hemeroteca de kickjor

El talento satírico está en declive. Nadie parece capaz de crear una ferocidad como aquélla de que el Prado era «pisado por muchos que debiera ser pacido». Pero sigue habiendo gente capaz de enhebrar rimas y perpetrar travesuras memorables y, sin duda, de un momento a otro, esa creatividad zahiriente y regocijante alumbrará alguna criatura del intelecto, probablemente simiesca.

Pero aunque no llegue, la realidad es en sí misma caricaturesca.Y tanto el empeño gallardonil de talar un montón de árboles centenarios para remodelar el Paseo como el anuncio de la Baronesa Von Thyssen de encadenarse a un árbol, si el alcalde osa cargarse tan venerables criaturas clorofílicas, y de largarse con la colección al extranjero prometen algazara, sátira y follón, productos tan genuinamente madrileños como las comedias de Arniches. Esos autobuses de dos pisos donde se achicharran al sol de estío los turistas del piso de arriba, pobrecillos, que lucen un aspecto entre la gamba a la plancha y los pacientes de la unidad hospitalaria de Grandes Quemados, ya han incluido la cita con el pasado presente o el presente pasado del platanar de sombra que protege el Prado de pisadores y pacedores. El problema de los autobuses descapotados es cómo identificar el árbol donde en realidad o efigie vaya a atarse la baronesa, para poner en él una silueta como ésas que dibuja con tiza la Policía para asegurar el lugar y la postura del cadáver despenado y levantado por orden judicial.

La ventaja de ese árbol es que sería un reclamo fotográfico de primer orden. Todo el mundo se haría la foto contra la silueta de tiza. Si además la baronesa estuviese atada en ese momento, la fotografía costaría diez veces más. También cabe que Doña Carmen, recordando cuando era Tita y esposa del Tarzán Lex Barker, se vista de verde a lo Robin Hood y vaya alternando el árbol desde el que denunciar el desafuero. La baronesa verde (sin segundas, por favor) permitiría colocar siluetas de Tita Sherwood en las copas de los árboles, para deleite de la chiquillería. Y de noche, imágenes con láser en los jardines del Museo, que también abre a esas horas. ¡Qué festival! Lo impactante a nivel mundial sería que el Thyssen encadenase una o dos docenas de cuadros (o reproducciones) de gran firma y formato a los árboles taladeros, convirtiendo en museo al aire libre esta rebelión contra la ingeniería sociovegetal.Eso sí que conquistaría las portadas y los telediarios de todo el mundo.

Pero si el pacatismo conservador nos atenaza, queda el liberalismo.El alcalde, por fastidiar a Manzano, blindó el Paseo del Prado y se apropió toda la competencia arbórea para la Comunidad de Madrid, una facultad heredada por Esperanza Aguirre que ya ha dicho que en el Prado sólo se corta el césped. Yo de Gallardón negociaría cuanto antes la rendición.