4.9.06
COMENTARIOS LIBERALES La falsa moneda
04-09-06
COMENTARIOS LIBERALES
La falsa moneda
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Empezaré confesando que mi afición al periodismo empieza realmente con la investigación del 11-M. Antes, y hablo de veintitantos años de ejercicio, lo veía como una posibilidad política y una obligación intelectual, como el factor clave en la lucha por las ideas y los valores que impregnan a una sociedad democrática digna de ese nombre. Pero, la verdad, siempre creí que el arte de llenar folios, hablar por la radio o salir en televisión haciendo como que dices algo tiene una función básicamente auxiliar, de la que sólo cabe extraer placeres secundarios. Mi descubrimiento del periodismo se produce al seguir desde la radio las andanzas investigadoras de Fernando Múgica en EL MUNDO y, tras él, la de los sabuesos que le siguieron en éste periódico. Mención aparte merece Luis del Pino y su blog en Libertad Digital, asombroso fenómeno intelectual y mediático protagonizado por muchos que, como yo, han descubierto también el trabajo periodístico como actividad intelectual apasionante y ejercicio cívico imprescindible.
Así que por todo lo dicho y porque lo único que he aprendido en la investigación del 11-M es que hay que ser humildes y no dar por sabidas cosas no probadas, me voy a permitir una sola observación sobre el retrato publicado ayer de Suárez Trashorras, el supuesto responsable de la mayor masacre de la historia de España. Mucha dinamita para tan poca mecha, diría el castizo. Pero ojo, diría otro, que las cosas no son lo que parecen. ¿Y qué parece hoy el 11-M? Pues exactamente lo que dice Trashorras: un golpe de Estado perpetrado desde los Servicios de Inteligencia españoles y en el que se utilizó a traficantes de drogas y explosivos de Asturias controlados por la Policía y a traficantes de drogas y coranes de Lavapiés controlados por la Guardia Civil como mano de obra poco cualificada o simple pantalla. Exactamente igual que en el golpe de Estado del 23-F, o sea, del CESID, Armada y Miláns utilizaron a Tejero como chico de la dinamita.
Cuenta Múgica que Trashorras, como su padre, ha votado siempre al PP. Pero añade que, tras el 11-M, Trashorras oía la SER. No me cuadra. Durante esa campaña electoral, el guerracivilismo de la Ser llegó a tal extremo que ningún votante de Aznar podía oírla sin náuseas. Que zapeara, bien, millones lo hacen, pero que me extraña que siguiera la Ser, salvo que en ella esperase claves -los suicidas en calzoncillos que tal vez debían morir pero huyeron- que sólo un agente doble, es decir, un esquizofrénico profesional y real como Trashorras entendiera. Pero el espía es como la falsa moneda, que de mano en mano va y ninguno se la queda. Proclamando una verdad, el Golpe de chilaba, pero sin pruebas, Trashorras amenaza a sus jefes y se guarda las espaldas. Creo.
Así que por todo lo dicho y porque lo único que he aprendido en la investigación del 11-M es que hay que ser humildes y no dar por sabidas cosas no probadas, me voy a permitir una sola observación sobre el retrato publicado ayer de Suárez Trashorras, el supuesto responsable de la mayor masacre de la historia de España. Mucha dinamita para tan poca mecha, diría el castizo. Pero ojo, diría otro, que las cosas no son lo que parecen. ¿Y qué parece hoy el 11-M? Pues exactamente lo que dice Trashorras: un golpe de Estado perpetrado desde los Servicios de Inteligencia españoles y en el que se utilizó a traficantes de drogas y explosivos de Asturias controlados por la Policía y a traficantes de drogas y coranes de Lavapiés controlados por la Guardia Civil como mano de obra poco cualificada o simple pantalla. Exactamente igual que en el golpe de Estado del 23-F, o sea, del CESID, Armada y Miláns utilizaron a Tejero como chico de la dinamita.
Cuenta Múgica que Trashorras, como su padre, ha votado siempre al PP. Pero añade que, tras el 11-M, Trashorras oía la SER. No me cuadra. Durante esa campaña electoral, el guerracivilismo de la Ser llegó a tal extremo que ningún votante de Aznar podía oírla sin náuseas. Que zapeara, bien, millones lo hacen, pero que me extraña que siguiera la Ser, salvo que en ella esperase claves -los suicidas en calzoncillos que tal vez debían morir pero huyeron- que sólo un agente doble, es decir, un esquizofrénico profesional y real como Trashorras entendiera. Pero el espía es como la falsa moneda, que de mano en mano va y ninguno se la queda. Proclamando una verdad, el Golpe de chilaba, pero sin pruebas, Trashorras amenaza a sus jefes y se guarda las espaldas. Creo.