24.10.06
COMENTARIOS LIBERALES Todo sostenible FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
24-10-06
COMENTARIOS LIBERALES
Todo sostenible
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
La palabra paz es, en sí misma, inane. En Corea del Norte hay, según creo, bastante paz. Vamos, que como te salgas del carril comunista descarrilas, así que la gente se dedica a encarrilar su existencia como puede, sin dar mucha guerra, no sea que Kim Jong Il, el déspota que quería ser Cher, le haga una prueba nuclear en la terraza y acabe en la paz de los cementerios, la más duradera de todas.
En Cuba hay también mucha paz, aunque sea a la fuerza, y por causas genuinamente norcoreanas, o sea, comunistas. Si Castro halla en el otro barrio tanta paz como podría dejar en éste, puede tener una paz entre kantiana y zapaterina, mitad eterna, mitad sostenible. Los antiguos ejércitos españoles son ahora cuerpecitos o cuerpazos de paz, o sea, que van a la guerra disfrazados de objetores de conciencia, siempre que no la tengan demasiado escrupulosa con los socialistas, en cuyo caso están perdidos.
Echo en falta la aplicación del curiosísimo concepto de «desarrollo sostenible» a nuestras misiones de paz a bombazo limpio por esos mundos de Alá. Por ejemplo, la de Afganistán sería una «paz sostenible», mientras que la de Irak habría sido totalmente insostenible, salvo cuando el Gobierno del PSOE hacía la guerra a Sadam Husein para rescatar el petróleo de Kuwait, que entonces no podía ser más sostenible.
Millones y millones de dólares se pagaron en comisiones para que nunca dejara de serlo. Y toda una generación recordará con temblor adolescente a Marta Sánchez arengando a los reclutas españoles con el ardor guerrero pero sostenible de Soldados del amor. Menos sostenible era el equilibrio de Narcís Serra, ministro de Defensa, que estuvo a punto de caer al mar cuando subía por una escalerilla a una de nuestras dos fragatas en misión de guerra, o sea, de paz. Lástima que las heroicas fragatas no fueran capaces de flotar hasta ocupar su sitio en el teatro de la contienda, pero a cambio de nuestra pequeña catástrofe naval, el disco de Marta Sánchez se vendió de forma bastante sostenida y sin duda sostenible. Vaya lo uno por lo otro.
El PSOE está ahora en trance de dar a luz otra clase de desarrollo sostenible: el de la corrupción. A raíz del escándalo de Ciempozuelos, nada menos que 40 millones de euros de sostenibilidad edificable, José Blanco se ha disfrazado de Charlton Heston en Los Diez Mandamientos y ha bajado de Ferraz en hábito de Moisés para entregar al pueblo judeoespañol y sus 17 tribus autonómicas otro decálogo. Yo creo que con observar el Séptimo y el Octavo -no robar, no mentir- era suficiente.
Lo que no debía de ser, ay, era sostenible. Hay que echarle muchas tablas a las Tablas de la Ley.
En Cuba hay también mucha paz, aunque sea a la fuerza, y por causas genuinamente norcoreanas, o sea, comunistas. Si Castro halla en el otro barrio tanta paz como podría dejar en éste, puede tener una paz entre kantiana y zapaterina, mitad eterna, mitad sostenible. Los antiguos ejércitos españoles son ahora cuerpecitos o cuerpazos de paz, o sea, que van a la guerra disfrazados de objetores de conciencia, siempre que no la tengan demasiado escrupulosa con los socialistas, en cuyo caso están perdidos.
Echo en falta la aplicación del curiosísimo concepto de «desarrollo sostenible» a nuestras misiones de paz a bombazo limpio por esos mundos de Alá. Por ejemplo, la de Afganistán sería una «paz sostenible», mientras que la de Irak habría sido totalmente insostenible, salvo cuando el Gobierno del PSOE hacía la guerra a Sadam Husein para rescatar el petróleo de Kuwait, que entonces no podía ser más sostenible.
Millones y millones de dólares se pagaron en comisiones para que nunca dejara de serlo. Y toda una generación recordará con temblor adolescente a Marta Sánchez arengando a los reclutas españoles con el ardor guerrero pero sostenible de Soldados del amor. Menos sostenible era el equilibrio de Narcís Serra, ministro de Defensa, que estuvo a punto de caer al mar cuando subía por una escalerilla a una de nuestras dos fragatas en misión de guerra, o sea, de paz. Lástima que las heroicas fragatas no fueran capaces de flotar hasta ocupar su sitio en el teatro de la contienda, pero a cambio de nuestra pequeña catástrofe naval, el disco de Marta Sánchez se vendió de forma bastante sostenida y sin duda sostenible. Vaya lo uno por lo otro.
El PSOE está ahora en trance de dar a luz otra clase de desarrollo sostenible: el de la corrupción. A raíz del escándalo de Ciempozuelos, nada menos que 40 millones de euros de sostenibilidad edificable, José Blanco se ha disfrazado de Charlton Heston en Los Diez Mandamientos y ha bajado de Ferraz en hábito de Moisés para entregar al pueblo judeoespañol y sus 17 tribus autonómicas otro decálogo. Yo creo que con observar el Séptimo y el Octavo -no robar, no mentir- era suficiente.
Lo que no debía de ser, ay, era sostenible. Hay que echarle muchas tablas a las Tablas de la Ley.