Hemeroteca de kickjor

Es curioso el cruce de los proyectos políticos de Gallardón y Bono, que según el ex ministro han pactado no enfrentarse nunca en unas elecciones, un acuerdo, por cierto, que recuerda peligrosamente el reparto de zonas delictivas que suele practicar la Mafia: («tú, hasta la calle 42; yo, desde la calle 43, y si alguien cruza la acera o entra en nuestros territorios, es hombre muerto»). En realidad, su sueño no puede coincidir, porque el de Bono pasa por la derrota de Zapatero y el de Gallardón por su triunfo; el del albaceteño por la supervivencia de Rajoy o, al menos, del PP, mientras que al aún alcalde de Madrid sólo le queda la esperanza de una derrota inapelable de su partido para uncirse al carro o, mejor, al cortejo fúnebre del cambio de régimen. Pero aún más curioso es que, al final, ambos dependan de ETA para cumplir sus ambiciones. Si los terroristas vuelven al crimen poco antes o poco después de las Generales, el descrédito de Zapatero alimentará las opciones de la única alternativa clara dentro del PSOE para enmendar el disparate separatista de ZP, superior en miseria y felonía a la bolchevización del 33-34 a manos, o a pies, de Largo Caballero, con la complicidad de Prieto y, eso sí, con la resistencia numantina de Julián Besteiro. Ahora no hay en el socialismo español ni Besteiros ni cosa que se le parezca. Como diría Tierno, todos Botejaras. El socialismo de Puerto Hurraco, le llamaban Pradera, Aguilar y Semprún.

En cambio, si ETA alarga el plazo de gracia antes de volver al tiro de gracia, es decir, el tiempo de sacar a todos los asesinos a la calle, es posible que Zapatero revalide la victoria de la «pá del corrá», ese proyecto traidor y gallináceo al que sin duda se sumará el pancismo en pleno, pero Bono, ay, será un ilustre cesante, por añadidura contemplado rencorosamente en sus propias filas, porque la que le ha hecho al PSOE en general y a la FSM en particular es de aúpa. Sin embargo, hay otro paralelismo curioso en los amigotes madrileño-manchegos: ambos necesitan, para cumplir sus designios presidenciales, ir de número dos o de número algo dentro de las listas de su partido en las próximas Generales. El uno, como escolta cainita de Rajoy; el otro, como sombra letal de Zapatero. Pero incluso si ambos consiguieran su propósito, otra vez se cruzarían sus caminos: si sale adelante el Proyecto Gallardón, liquidando el PP nacional y liberal que fundó Aznar en Sevilla el 1 de Abril de 1990, su apaño no sería con Bono sino con ZP. Y al contrario: de salir adelante el Proyecto Bono, Gallardón no haría ninguna falta en el PSOE, digo en el PP. En todo caso, si Bono consiguiera ir en las listas y fuera presidente del Congreso, sería fantástico verle pastoreando el Hemiciclo y dándole la palabra a su amigo: «Tienes la palabra, Alberto»; «Gracias, Pepe». ¡Qué par!