Hemeroteca de kickjor

Lo que Suso de Toro, una de las vestales favoritas de Zetapé, llamó «ciudadelas tomadas por la extrema derecha» son en realidad aquellas comunidades en las que todavía no se ha logrado eliminar al PP de la vida civil y enviarlo a la clandestinidad. En las que aún no hay mesnadas radicales azuzadas para apropiarse de la calle y repartir permisos de circulación que siempre serán negados a aquellos políticos cuya sola existencia es una provocación que autoriza el recurso higiénico de la agresión y el hostigamiento. Que en Martorell hubiera miembros del PSC alistados en el piquete pardo que se hizo agredir por Acebes revela que la tentación nacionalista ha acabado por abducir a una izquierda cuyo frágil espíritu liberal ha sido entregado como tributo a cambio de poder perpetuo.

Sólo la disciplina de partido, o la dejadez moral, o simplemente el temor a la purga, impide a los veteranos socialistas que hicieron la Transición preguntarse qué puede haber pasado en tan poco tiempo para acabar participando en la creación, mediante la violencia y la retórica iluminada, de un estado de excepción en toda una porción de nuestra geografía en la que han sido abolidos los principios fundacionales.

Para acabar, incluso, prestando cobertura a acontecimientos, como el del pasado fin de semana en el Nou Camp, donde son ensalzados terroristas y se contribuye a avivar el odio sectario. Qué habrá sucedido para que, en tan poco tiempo, Batasuna quepa donde sobra el PP.

Aun así, donde más cómodo se siente Zetapé es en Cataluña. E incluso celebra, socarrón, las incomodidades de «otros dirigentes» que son corridos a hostias por las calles como si ese ambiente fuera un logro personal. Como si esa Cataluña que ha contribuido a deformar y de la que se siente tan complacido fuera una especie de reproducción a escala, ya concluida, de la España que tiene pensado sacar de esta segunda Transición en la que nos ha metido sin encomendarse a ningún antecedente histórico. El pacto del Tinell y la Cataluña de la cual el PP va siendo purgado como enemigo mitológico de la patria son el embrión con el que todo empieza. La aspiración socialista es que, como en Casa tomada, el relato de Cortázar, la mancha se vaya propagando de una habitación a otra hasta tomarlas todas. Asegurada Cataluña, donde las escopetas se declaran víctimas de los pájaros, el próximo eslabón es el País Vasco.

Allí, en cuanto se legalice a Batasuna para usarlo como punto de apoyo de un poder definitivo, en cuanto los políticos del PP sean acosados por las calles, podrá decir Zetapé que se siente tan cómodo como en Cataluña, y que se jodan aquéllos a los que se les declare proscritos por la culpa de existir al margen del canon totalitario.