6.9.06

 

Cien mil más

 

6-08-06


COMENTARIOS LIBERALES

Cien mil más

FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

La vicepresidenta ha sacado de su infinito fondo de armario el atuendo con que solían dibujarla los humoristas en tiempos de Belloch, que era el de estricta gobernanta o implacable dominátrix. Creo que ahora ya existe una Barbie Domina, así que, de una u otra forma, ella sigue marcando tendencia, pauta, estilo, moda. Yo no descarto que en las próximas Navidades nos felicite posando de sí misma y ataviada de Venus de las Pieles; o con un ejemplar en muy rústica de la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, con botas de montar y látigo largo; o, mejor todavía, con un CD del famoso merengue venezolano Abusadora. A sus pies, Caldera, naturalmente, porque el hábito de mujer fiera lo ha rescatado para hablar severísimamente de la inmigración ilegal, ámbito en el que el ministro de Trabajo descuella y destaca por su modosidad párvula, deleite de senegaleses y otros pueblos negros del Africa. Dice De la Vega que España expulsará de inmediato y sin contemplaciones a los ilegales, reenviándolos a sus países de origen, y esto sólo puede provocar de nuevo el efecto llamada, única política real de inmigración del gobierno socialista. El súbito rigor de la reina de la Pasarela Maputo no hace sino certificar la impotencia total del Gobierno español para expulsar a nadie. Y esto no dejará de producir alborozo en las mafias que trafican con carne humana.

Los expertos dicen que hay más de cien mil ilegales aguardando en las playas senegalesas la llegada de su cayuco exprés. Hasta ahora, el mecanismo de expulsión del Gobierno Zetavogue consistía en ponerlos en un avión a la Península y soltarlos por la Comunidad de Madrid, supongo que cumpliendo alguna cláusula secreta del Pacto del Tinell. No cabe descartar otras: por ejemplo, la repoblación oscura de los desiertos interiores de España. Cien mil habitantes escasos tiene toda la provincia de Soria; no muchos más la de Teruel. Con esos cien mil africanos y cien mil europeas del Este se podría crear un verdadero paraíso mulato entre Numancia y Albarracín. Los ritmos africanos renovarían sustancialmente la jota; y Labordeta reeditaría su éxito televisivo con Un país en el cayuco. Iba a decir que no me lo imagino vestido de Coronel Tapioca en las selvas de Africa pero me acuerdo de cuando hacíamos teatro en los terueles y vaya si me lo imagino. Incluso a mí de Babalú. Lo que no imagino es que este Gobierno de tronitonante incompetencia sea capaz de poner en marcha una política que remedie un poco, siquiera un poco, esa llegada masiva de africanos, honrados en su mayoría, pero ay, acompañados de las mafias senegalesas que, lógicamente, no perderán su oportunidad de pisar el paraíso. Y mientras lo llama el juez, yo enviaría al coronel Hernando a destruir en audaces golpes de mano las redes mafiosas de tráfico de ilegales. Lo mismo se aculturaba, se proclamaba rey del Senegal y lo perdíamos de vista. Al fin.

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