20.9.06
El 'streaker'
20-09-06
AL ABORDAJE
El 'streaker'
DAVID GISTAU
Ya puestos, lo en verdad audaz habría sido que Albert Rivera no emulara a la chica del pomelo, sino a Mark Roberts, el del Galactic Ass. Es decir, que tendría que haber saltado al césped del Camp Nou en pelota picada. O, como mucho, con los genitales tapados con un folio burlón de Boadella recortado en forma de hoja de parra, para proclamar el adanismo de éste con quien todo empieza sin lastres heredados ni esencias tribales a las que servir: llega ligero de equipaje mitológico. Así, no sólo se habría dado a conocer, que es de lo que se trataba; y por cierto, mucho gusto. Sino que incluso, reducido por las Fuerzas de Seguridad durante su nacimiento a lo Venus, habría logrado una imagen de inocencia placada en plena carrera por los campos de amapolas de la abeja Maya que sin duda convenía a su mensaje de ahogo del individuo bajo la maquinaria estatal de un nacionalismo vestidísimo e inclinado a imponer lo uniforme. Quién no le habría prestado una chaqueta.
El cartel electoral de Ciutadans rescata el origen etimológico de la palabra candidato, ligado a la toga blanca con que se presentaban al pueblo los aspirantes de la Roma republicana para ilustrar su pureza. Sólo que aquí sobra hasta la toga. Rivera entra por tanto en la política como en realidad se debería salir de la política, pero su desnudez algo tiene de voluntario para torear abandonado en el ruedo mientras que los cerebros que le apoderaron -que le fabricaron como a un producto- se refugian en el burladero.
Aun así, la campaña es excelente. No sólo porque rompe la conspiración de silencio impuesta en los medios por el control nacionalista y su reparto de salvoconductos, contra el cual Piqué sólo ha sabido combatir con un cierto síndrome de Estocolmo acomodaticio a las circunstancias; sino porque en verdad despoja al hombre de panoplias retóricas para favorecer el encuentro en una dimensión humana en la que sólo importa el Tú. El Tú, nimiedad tantas veces olvidada por ese Tripartito enamorado de su reflejo en el estanque que, de tanto sentirse convocado por lo sagrado, dejó de atender lo terrenal. E incluso inventó coartadas basadas en el destino manifiesto para alentar un proyecto de abducción colectiva contra el cual Ciutadans expresó la única protesta fresca y corajuda -como el propio cartel- que en todo momento se intentó desactivar mediante el hostigamiento, la amenaza y la difamación. Rivera, recién parido, es el señuelo con que reclaman atención algunas palabras nuevas que devuelven al individuo la importancia que le fue robada por el Estado y que aspiran a mostrar en Cataluña una vía de salida para el atasco decimonónico en que la ha metido el nacionalismo.
El cartel electoral de Ciutadans rescata el origen etimológico de la palabra candidato, ligado a la toga blanca con que se presentaban al pueblo los aspirantes de la Roma republicana para ilustrar su pureza. Sólo que aquí sobra hasta la toga. Rivera entra por tanto en la política como en realidad se debería salir de la política, pero su desnudez algo tiene de voluntario para torear abandonado en el ruedo mientras que los cerebros que le apoderaron -que le fabricaron como a un producto- se refugian en el burladero.
Aun así, la campaña es excelente. No sólo porque rompe la conspiración de silencio impuesta en los medios por el control nacionalista y su reparto de salvoconductos, contra el cual Piqué sólo ha sabido combatir con un cierto síndrome de Estocolmo acomodaticio a las circunstancias; sino porque en verdad despoja al hombre de panoplias retóricas para favorecer el encuentro en una dimensión humana en la que sólo importa el Tú. El Tú, nimiedad tantas veces olvidada por ese Tripartito enamorado de su reflejo en el estanque que, de tanto sentirse convocado por lo sagrado, dejó de atender lo terrenal. E incluso inventó coartadas basadas en el destino manifiesto para alentar un proyecto de abducción colectiva contra el cual Ciutadans expresó la única protesta fresca y corajuda -como el propio cartel- que en todo momento se intentó desactivar mediante el hostigamiento, la amenaza y la difamación. Rivera, recién parido, es el señuelo con que reclaman atención algunas palabras nuevas que devuelven al individuo la importancia que le fue robada por el Estado y que aspiran a mostrar en Cataluña una vía de salida para el atasco decimonónico en que la ha metido el nacionalismo.