19.9.06
CANELA FINA De rodillas ante los matones LUIS MARIA ANSON
19-09-06
CANELA FINA
De rodillas ante los matones
LUIS MARIA ANSON
El Corán es un monumento a la espiritualidad, un libro sagrado que, en líneas generales, predica el amor, la solidaridad, el espíritu de convivencia, el respeto a los derechos de Dios en la sociedad. La religión musulmana deja, a lo largo de la Historia, un balance altamente positivo. Tal vez por eso, centenares de millones de personas la comparten y practican frente al ateísmo creciente y estéril de los tiempos modernos.
Afirmar esto es sencillamente decir la verdad. Como también es verdad que la mujer sufre discriminación en el islam o que determinados sectores fundamentalistas deforman y adulteran la doctrina coránica para justificar la violencia y el terrorismo. También hubo fanáticos en el cristianismo, también hubo en nuestra confesión religiosa discriminación de la mujer y violencia. Por fortuna, católicos, protestantes y ortodoxos han aprendido de errores pasados y la moderación al interpretar los Evangelios se ha impuesto en el conjunto del orbe cristiano.
Lo que me parece inaceptable es la matonería internacional de fundamentalistas y talibanes islámicos. Yo nunca hubiera hecho burla de Mahoma en mi periódico. Nunca la hice. Pero la libertad de expresión ampara las caricaturas del profeta que un periodista danés decidió publicar. La reacción del fundamentalismo islámico fue la desmesura: quema de iglesias cristianas, asesinato de religiosos, asalto a las embajadas. Como las democracias occidentales no pueden responder con semejantes métodos, se crea de hecho una situación inaceptable de matonería, que a todos nos veja y humilla, y de la que sólo se ha librado Israel porque aplica multiplicada la ley del talión: cien ojos por un ojo, mil dientes por un diente.
Las democracias occidentales, para evitar el vandalismo de talibanes y fundamentalistas, terminan por pedir disculpas, en contra de sus propios principios de libertad, con lo cual envalentonan todavía más a los cafres. La alianza de las civilizaciones occidentales debe tender la mano, y así lo hace, a la inmensa mayoría del islamismo moderado, pero a la vez tiene la obligación de mantenerse firme ante las reacciones vandálicas de los fundamentalistas, que obtienen muchas ventajas, incluso económicas, de su matonería. Los cristianos somos hermanos de los musulmanes, pero no primos.
El Papa ha dicho la verdad en un contexto moderado y lleno de cautelas y veladuras. Ante la reacción salvaje de los talibanes fundamentalistas, ante la quema de iglesias, ante el asesinato de monjas, ante la cobardía de los cancilleres occidentales, la prudencia vaticana se ha manifestado en la voz de Benedicto XVI pidiendo disculpas. Occidente genuflexo ante los matones. Matones de taberna. Todos asustados o mirando hacia otro lado mientras el matón se enseñorea de la tasca. Jorge Luis Borges dedicó la mejor narración corta de la literatura en lengua española del siglo XX, la mejor escritura también, al asunto: Hombre de la esquina rosada. Francisco Real, el Corralero, trajeado de negro y la chalina baya entra enhiesto en la taberna e injuria a Rosendo Juárez, el Pegador entre el susto general y los respingos del hembraje y los bolaceros. «De asco, no te carneo», le dice al Pegador cuando éste se arruga. Luego se ciñe a la cintura a la novia del matoneado, la Lujanera, con su crencha repeinada y la blusa pezonera, dos pitones en punta bajo la bata, para abandonar después, ensoberbecido, la taberna mientras se escucha la milonga Linda al ñudo de la noche. No sabe que fuera le espera el hombre de la esquina rosada, al que matoneó al entrar en busca de la Lujanera. Pero en Occidente no tenemos al hombre de la esquina rosada. Y todo son cobardías y concesiones, decadencia, en definitiva. Me ha entristecido profundamente, en fin, la imagen del Santo Padre, contrito y doblegado por la cobardía moral de las naciones occidentales, de rodillas ante los matones.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.
Afirmar esto es sencillamente decir la verdad. Como también es verdad que la mujer sufre discriminación en el islam o que determinados sectores fundamentalistas deforman y adulteran la doctrina coránica para justificar la violencia y el terrorismo. También hubo fanáticos en el cristianismo, también hubo en nuestra confesión religiosa discriminación de la mujer y violencia. Por fortuna, católicos, protestantes y ortodoxos han aprendido de errores pasados y la moderación al interpretar los Evangelios se ha impuesto en el conjunto del orbe cristiano.
Lo que me parece inaceptable es la matonería internacional de fundamentalistas y talibanes islámicos. Yo nunca hubiera hecho burla de Mahoma en mi periódico. Nunca la hice. Pero la libertad de expresión ampara las caricaturas del profeta que un periodista danés decidió publicar. La reacción del fundamentalismo islámico fue la desmesura: quema de iglesias cristianas, asesinato de religiosos, asalto a las embajadas. Como las democracias occidentales no pueden responder con semejantes métodos, se crea de hecho una situación inaceptable de matonería, que a todos nos veja y humilla, y de la que sólo se ha librado Israel porque aplica multiplicada la ley del talión: cien ojos por un ojo, mil dientes por un diente.
Las democracias occidentales, para evitar el vandalismo de talibanes y fundamentalistas, terminan por pedir disculpas, en contra de sus propios principios de libertad, con lo cual envalentonan todavía más a los cafres. La alianza de las civilizaciones occidentales debe tender la mano, y así lo hace, a la inmensa mayoría del islamismo moderado, pero a la vez tiene la obligación de mantenerse firme ante las reacciones vandálicas de los fundamentalistas, que obtienen muchas ventajas, incluso económicas, de su matonería. Los cristianos somos hermanos de los musulmanes, pero no primos.
El Papa ha dicho la verdad en un contexto moderado y lleno de cautelas y veladuras. Ante la reacción salvaje de los talibanes fundamentalistas, ante la quema de iglesias, ante el asesinato de monjas, ante la cobardía de los cancilleres occidentales, la prudencia vaticana se ha manifestado en la voz de Benedicto XVI pidiendo disculpas. Occidente genuflexo ante los matones. Matones de taberna. Todos asustados o mirando hacia otro lado mientras el matón se enseñorea de la tasca. Jorge Luis Borges dedicó la mejor narración corta de la literatura en lengua española del siglo XX, la mejor escritura también, al asunto: Hombre de la esquina rosada. Francisco Real, el Corralero, trajeado de negro y la chalina baya entra enhiesto en la taberna e injuria a Rosendo Juárez, el Pegador entre el susto general y los respingos del hembraje y los bolaceros. «De asco, no te carneo», le dice al Pegador cuando éste se arruga. Luego se ciñe a la cintura a la novia del matoneado, la Lujanera, con su crencha repeinada y la blusa pezonera, dos pitones en punta bajo la bata, para abandonar después, ensoberbecido, la taberna mientras se escucha la milonga Linda al ñudo de la noche. No sabe que fuera le espera el hombre de la esquina rosada, al que matoneó al entrar en busca de la Lujanera. Pero en Occidente no tenemos al hombre de la esquina rosada. Y todo son cobardías y concesiones, decadencia, en definitiva. Me ha entristecido profundamente, en fin, la imagen del Santo Padre, contrito y doblegado por la cobardía moral de las naciones occidentales, de rodillas ante los matones.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.