28.9.06
Leonor y compañía
28-09-06
COMENTARIOS LIBERALES
Leonor y compañía
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Es difícil no sentir simpatía por la Princesa de Asturias, tan flaca y pechando ya con un nuevo embarazo, sin saber, a estas alturas, ni el orden de la sucesión presente ni el futuro, porque el presente ya es promesa de pasado y el futuro es un presente que se ha comido la hipoteca sectaria del PRISOE. Esperemos que la gestación de la nueva criatura no le resulte a Letizia tan gravosa como la anterior, pero en todo caso no cabe dudar de su arrojo ante las dificultades. Se habrá leído ya la vida de la reina más hermosa de la Historia de España, Isabel de Portugal, muy amada esposa de Carlos I, que en el parto del que sería Felipe II y respondiendo a unas ayas que le aconsejaban quejarse y gritar cuanto quisiera, para relajarse y facilitar el trabajo, dijo: «Eu morrerei, mais non gritarei». No es de extrañar que toda la poetería de la Corte, con Garcilaso a la cabeza, anduviera enamorada de la rubia portuguesa. ¡Qué belleza y qué carácter!
No puedo entrar en competencia leticiesca con Joaquín Sabina, que ya se ha apresurado a delatar las confidencias principescas en la cena célebre, y lo ha hecho en tales términos que, al modo de Günter Grass, su indecorosa indiscreción seguramente será el plato más vendible de sus Memorias. Pero es preciso reseñar que las dificultades visibles y legibles de los Príncipes no son nada comparadas con las de la Monarquía cuyo futuro representan. En un país cuyo presidente se declara rojo y republicano de la peor república, y proclama además republicano al propio Rey (seguramente por su estruendoso silencio ante el Estatuto de Cataluña, la negociación con ETA y el encubrimiento del 11-M), parece claro que el empleo de Príncipe de Asturias no es el más seguro del mercado laboral. El de la Princesa, otro tanto. Y el de los infantes, más.
Yo creo que la permanencia de la institución pasaría (lo dije hace un año en este periódico, causó mucho revuelo y algún fingido escándalo, pero los hechos me dan la razón) por una rápida sucesión y/o abdicación, a la que debería suceder la reconquista de la opinión pública enajenada por los últimos años de una calamitosa gestión de la Corona, sumisa hasta el suicidio a Polanco, ZP y los republicanos anti-nacionales. Esto no debería nublar las posibilidades de futuro de una institución nacional tan popular, pero las nubla.
Así que mientras los Príncipes hacen frente a un mal embarazo y a un pésimo horizonte, yo creo que el mejor regalo para lo que venga sería la declaración de las Cortes propuesta por Jorge de Esteban, según la cual se anunciaría la voluntad de reforma en los derechos de sucesión, que ya no discriminaría a las mujeres, y se deja la ley para cuando haya consenso.
Pero que sea pronto; antes de saber si es niño o niña.
No puedo entrar en competencia leticiesca con Joaquín Sabina, que ya se ha apresurado a delatar las confidencias principescas en la cena célebre, y lo ha hecho en tales términos que, al modo de Günter Grass, su indecorosa indiscreción seguramente será el plato más vendible de sus Memorias. Pero es preciso reseñar que las dificultades visibles y legibles de los Príncipes no son nada comparadas con las de la Monarquía cuyo futuro representan. En un país cuyo presidente se declara rojo y republicano de la peor república, y proclama además republicano al propio Rey (seguramente por su estruendoso silencio ante el Estatuto de Cataluña, la negociación con ETA y el encubrimiento del 11-M), parece claro que el empleo de Príncipe de Asturias no es el más seguro del mercado laboral. El de la Princesa, otro tanto. Y el de los infantes, más.
Yo creo que la permanencia de la institución pasaría (lo dije hace un año en este periódico, causó mucho revuelo y algún fingido escándalo, pero los hechos me dan la razón) por una rápida sucesión y/o abdicación, a la que debería suceder la reconquista de la opinión pública enajenada por los últimos años de una calamitosa gestión de la Corona, sumisa hasta el suicidio a Polanco, ZP y los republicanos anti-nacionales. Esto no debería nublar las posibilidades de futuro de una institución nacional tan popular, pero las nubla.
Así que mientras los Príncipes hacen frente a un mal embarazo y a un pésimo horizonte, yo creo que el mejor regalo para lo que venga sería la declaración de las Cortes propuesta por Jorge de Esteban, según la cual se anunciaría la voluntad de reforma en los derechos de sucesión, que ya no discriminaría a las mujeres, y se deja la ley para cuando haya consenso.
Pero que sea pronto; antes de saber si es niño o niña.