21.7.06
Las heridas sin cicatrizar de la familia Múgica
21-07-06
Impresiones
Las heridas sin cicatrizar de la familia Múgica
Ayer comenzó en la Audiencia Nacional un nuevo juicio contra Txapote, que en esta ocasión no se ha burlado de la Justicia ni de las víctimas aunque ha mostrado la misma actitud desafiante y altanera que en el juicio de Miguel Angel Blanco. Enfrente estaba la familia de Fernando Múgica, a quien el terrorista asesinó a sangre fría en San Sebastián. Su hijo José María, que declaró como testigo -ya que se cruzó con los criminales momentos después de producirse los disparos- aseguró, con gesto resuelto y una entereza encomiable, que «no olvidaría el rostro en mil años», y deseó que Txapote «se muera en la cárcel». Ignoramos de qué forma desembocará el mal llamado proceso de paz, pero lo que ayer quedó patente otra vez es la frustración de las víctimas, que no están dispuestas a que los asesinos reciban ningún beneficio penitenciario ni mucho menos político. Así lo aseguro con contundencia Enrique Múgica, quien recordó en EL MUNDO que a su hermano lo asesinaron por ser «socialista y defender el Estado de derecho». Y concluyó: «Ni perdono ni olvido». La declaración de uno y las manifestaciones del otro ponen de manifiesto que más allá de las soluciones a las que conduzca la negociación con ETA, las heridas de las víctimas tardarán muchos años en cicatrizar. Su dolor no desaparecerá nunca y, sencillamente, no están en condiciones de perdonar porque los terroristas no han mostrado ningún asomo de arrepentimiento ni voluntad sincera de renunciar a la violencia.