11.7.06
Siempre Zidane
11-07-06
COMENTARIOS LIBERALES
Siempre Zidane
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Si Francia hubiera ganado el Mundial de fútbol lo habría ganado Zidane. Como Francia ha perdido en los penaltis ante Italia, se dice que ha perdido por Zidane. Pero lo cierto es que si no se hubiera producido ese incidente en las postrimerías del partido, lo más lógico es que se hubiera llegado a los penaltis. Y en ellos Zidane bien podía haber fallado, como a punto estuvo de hacerlo en el que marcó a comienzos del partido. Y si no Zidane, podía haber fallado el que falló, Trezeguet, que también hubiera tirado el suyo aunque estuviera el capitán.
El caso es que este mundial lo habrá ganado Italia, pero ha sido y será el mundial de Zidane. Su figura se ha agigantado de tal forma en el torneo que incluso algo tan injusto como declararle el mejor jugador del Mundial por delante de Cannavaro se considera una forma de reparación, de justicia poética, de perdón a Zidane por comportarse como Zidane siendo nada menos que Zidane. En fin, el destino de algunos elegidos es ser eso, elegidos. Para la gloria, para el infierno o para ambos. En el caso de Zidane, para sobrevivir al infierno e instalarse por encima de la gloria. Aunque tenga reservado el futuro de Pelé y Beckenbauer, deudos de una fama cuyo origen se ha olvidado, también podría terminar como Alain Delon, otro elegido por los dioses de la estética, otra vida atormentada y sonámbula, que es la impresión que daba Zidane camino del vestuario o aclamado por la rendida afición francesa. Una vez escribí un poema de un solo verso: «la belleza a solas: así pienso la locura». Zidane.
No hacía falta nombrar mejor jugador del mundial a Zidane. Tampoco iniciar ese proceso ridículo de exculpación por parte de SOS Racismo y otros grupos que dicen que Materazzi, soberbio jugador pero fatalmente condenado a vivir con la dudosa gloria de provocar la expulsión de Zidane, le dirigió insultos gravísimos que explicarían y exculparían la reacción carneril de Zizou. Claro que unos dicen que llamó «puta» a su hermana y otros aseguran que le llamó directamente a él «sucio terrorista» o «terrorista islámico». Pronto saldrá algún mediador de la ONU que propondrá una fórmula de consenso injurioso, por ejemplo: «¿cómo lleva tu hermana en el burdel que seas un sucio terrorista islámico?». En fin, el esfuerzo retroprogre por justificar lo injustificable sólo podría abaratar la gloria de Zidane, imposible de achatarrar. Zidane es colérico como otros grandes héroes han sido epilépticos, véase Alejandro Magno, que fue a la guerra lo que Zidane al fútbol. O Julio César, divino calvo como este pied noir del puerto de Marsella o de la banlieue parisina, donde aprendió a reñir a cabezazos. Sólo falta que nos vengan ahora diciendo que la culpa del comportamiento de Zidane la tiene el colonialismo occidental.
¿Desde cuándo los dioses son culpables? Son dioses y basta.
El caso es que este mundial lo habrá ganado Italia, pero ha sido y será el mundial de Zidane. Su figura se ha agigantado de tal forma en el torneo que incluso algo tan injusto como declararle el mejor jugador del Mundial por delante de Cannavaro se considera una forma de reparación, de justicia poética, de perdón a Zidane por comportarse como Zidane siendo nada menos que Zidane. En fin, el destino de algunos elegidos es ser eso, elegidos. Para la gloria, para el infierno o para ambos. En el caso de Zidane, para sobrevivir al infierno e instalarse por encima de la gloria. Aunque tenga reservado el futuro de Pelé y Beckenbauer, deudos de una fama cuyo origen se ha olvidado, también podría terminar como Alain Delon, otro elegido por los dioses de la estética, otra vida atormentada y sonámbula, que es la impresión que daba Zidane camino del vestuario o aclamado por la rendida afición francesa. Una vez escribí un poema de un solo verso: «la belleza a solas: así pienso la locura». Zidane.
No hacía falta nombrar mejor jugador del mundial a Zidane. Tampoco iniciar ese proceso ridículo de exculpación por parte de SOS Racismo y otros grupos que dicen que Materazzi, soberbio jugador pero fatalmente condenado a vivir con la dudosa gloria de provocar la expulsión de Zidane, le dirigió insultos gravísimos que explicarían y exculparían la reacción carneril de Zizou. Claro que unos dicen que llamó «puta» a su hermana y otros aseguran que le llamó directamente a él «sucio terrorista» o «terrorista islámico». Pronto saldrá algún mediador de la ONU que propondrá una fórmula de consenso injurioso, por ejemplo: «¿cómo lleva tu hermana en el burdel que seas un sucio terrorista islámico?». En fin, el esfuerzo retroprogre por justificar lo injustificable sólo podría abaratar la gloria de Zidane, imposible de achatarrar. Zidane es colérico como otros grandes héroes han sido epilépticos, véase Alejandro Magno, que fue a la guerra lo que Zidane al fútbol. O Julio César, divino calvo como este pied noir del puerto de Marsella o de la banlieue parisina, donde aprendió a reñir a cabezazos. Sólo falta que nos vengan ahora diciendo que la culpa del comportamiento de Zidane la tiene el colonialismo occidental.
¿Desde cuándo los dioses son culpables? Son dioses y basta.