27.10.06
CANELA FINA Hablar en español es de horteras LUIS MARIA ANSON
27-10-06
CANELA FINA
Hablar en español es de horteras
LUIS MARIA ANSON
Cuatrocientos millones de personas hablan español en el mundo como primer idioma. Una insignificancia. Los estudiantes de Estados Unidos, nación en cabeza hoy entre las grandes potencias, han elegido la lengua de Cervantes por encima del francés, el alemán o el italiano. Una pequeñez. En los principales países del mundo, desde Japón a Alemania, desde China a Brasil, el español es, tras el inglés, el idioma que más se estudia. Una cuestión menor.
No sé yo por qué todos esos millones de hombres y mujeres no se sienten avergonzados de hablar castellano. En el diario independentista Avui, de José Manuel Lara, Salvador Sostres, en un artículo que, tal vez por la campaña electoral, se está distribuyendo ahora por e-mail (yo lo recibí ayer), afirmaba que «en Barcelona queda muy hortera hablar en español». Es incomprensible que 400 millones de hispanohablantes no se hayan dado cuenta de lo que con tanto acierto denuncia Sostres. «Yo sólo hablo español con la criada y algunos empleados», añade el eximio intelectual en su artículo de Avui. Nadie en su sano juicio entiende por qué Ortega y Gasset y Xavier Zubiri hablaban con sus discípulos en español, por qué Juan Marsé y Miguel Delibes escriben en castellano, por qué Velázquez y Antonio López se expresan en la torpe lengua de Quevedo.
«Es de pobres y de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel, hablar un idioma que hace un ruido tan espantoso para pronunciar la jota», continúa Salvador Sostres, cargándose de razón. Parece mentira que el vasco Miguel de Unamuno hablara y escribiera en este idioma de analfabetos y que lo mismo hicieran Jorge Luis Borges o Pablo Neruda. ¡Qué vergüenza para Lope de Vega y Lorca, para Juan Ramón Jiménez y Octavio Paz, para Francisco de Goya y Pablo Picasso, para Luis Buñuel y Pedro Almodóvar, para Jovellanos y Manuel Azaña, para Severo Ochoa y Ramón y Cajal, expresarse en un idioma de horteras, de analfabetos y de gentes de poco nivel.
«El independentismo en Cataluña» -concluye rotundo Sostres- «está absolutamente justificado aunque sólo sea para huir de la caspa y el polvo, de la tristeza de ser español». Puta España.
La caspa y el polvo sepultan, sin duda, la obra de Ernesto Sábato y Julio Cortázar, de Juan Rulfo y Miguel Angel Asturias, de Rubén Darío y Vicente Aleixandre. Los estudiantes de español en Australia y Corea, en la India y Suráfrica, en Brasil y Canadá, no saben la atrocidad que están cometiendo. El idioma que aprenden les convertirá de forma irremediable en horteras y gentes de escaso nivel. Los mexicanos y argentinos, los cubanos y colombianos, los chilenos y peruanos, tras conocer las enseñanzas derivadas del alto magisterio de Salvador Sostres, renegarán, sin duda, de su lengua materna y se precipitarán a estudiar la que el articulista de Avui les señale para emanciparse del analfabetismo y la hortera condición. Es seguro que Menéndez Pidal, si viviera, daría la razón a Sostres y confesaría contrito sus culpas. Azorín y Cavia, Luis Calvo y Sáenz Guerrero también lo harían. Y sin duda lo harán Paco Umbral y Raúl del Pozo, Alfonso Ussía y el genial Mingote.
No nos damos cuenta de lo atroz que es hablar y escribir en español. Estamos en babia. ¡Qué decadencia la nuestra! Cuatrocientos millones de cretinos analfabetos hablando castellano y nosotros sin enterarnos de lo horteras que son. ¿Adónde hemos llegado? Sostres -del que, por cierto, he leído excelentes artículos, esta cagadita aparte- sólo habla español con la criada y algunos empleados. Reconozco que soy un ser deleznable porque los jueves, en la Real Academia Española, hablo en castellano con Francisco Nieva y con Emilio Lledó, con Pere Gimferrer y Paco Rico, con Carlos Bousoño y Castilla del Pino, gentes del todo abominables, analfabetos supinos y escritores de bajísimo nivel.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.
No sé yo por qué todos esos millones de hombres y mujeres no se sienten avergonzados de hablar castellano. En el diario independentista Avui, de José Manuel Lara, Salvador Sostres, en un artículo que, tal vez por la campaña electoral, se está distribuyendo ahora por e-mail (yo lo recibí ayer), afirmaba que «en Barcelona queda muy hortera hablar en español». Es incomprensible que 400 millones de hispanohablantes no se hayan dado cuenta de lo que con tanto acierto denuncia Sostres. «Yo sólo hablo español con la criada y algunos empleados», añade el eximio intelectual en su artículo de Avui. Nadie en su sano juicio entiende por qué Ortega y Gasset y Xavier Zubiri hablaban con sus discípulos en español, por qué Juan Marsé y Miguel Delibes escriben en castellano, por qué Velázquez y Antonio López se expresan en la torpe lengua de Quevedo.
«Es de pobres y de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel, hablar un idioma que hace un ruido tan espantoso para pronunciar la jota», continúa Salvador Sostres, cargándose de razón. Parece mentira que el vasco Miguel de Unamuno hablara y escribiera en este idioma de analfabetos y que lo mismo hicieran Jorge Luis Borges o Pablo Neruda. ¡Qué vergüenza para Lope de Vega y Lorca, para Juan Ramón Jiménez y Octavio Paz, para Francisco de Goya y Pablo Picasso, para Luis Buñuel y Pedro Almodóvar, para Jovellanos y Manuel Azaña, para Severo Ochoa y Ramón y Cajal, expresarse en un idioma de horteras, de analfabetos y de gentes de poco nivel.
«El independentismo en Cataluña» -concluye rotundo Sostres- «está absolutamente justificado aunque sólo sea para huir de la caspa y el polvo, de la tristeza de ser español». Puta España.
La caspa y el polvo sepultan, sin duda, la obra de Ernesto Sábato y Julio Cortázar, de Juan Rulfo y Miguel Angel Asturias, de Rubén Darío y Vicente Aleixandre. Los estudiantes de español en Australia y Corea, en la India y Suráfrica, en Brasil y Canadá, no saben la atrocidad que están cometiendo. El idioma que aprenden les convertirá de forma irremediable en horteras y gentes de escaso nivel. Los mexicanos y argentinos, los cubanos y colombianos, los chilenos y peruanos, tras conocer las enseñanzas derivadas del alto magisterio de Salvador Sostres, renegarán, sin duda, de su lengua materna y se precipitarán a estudiar la que el articulista de Avui les señale para emanciparse del analfabetismo y la hortera condición. Es seguro que Menéndez Pidal, si viviera, daría la razón a Sostres y confesaría contrito sus culpas. Azorín y Cavia, Luis Calvo y Sáenz Guerrero también lo harían. Y sin duda lo harán Paco Umbral y Raúl del Pozo, Alfonso Ussía y el genial Mingote.
No nos damos cuenta de lo atroz que es hablar y escribir en español. Estamos en babia. ¡Qué decadencia la nuestra! Cuatrocientos millones de cretinos analfabetos hablando castellano y nosotros sin enterarnos de lo horteras que son. ¿Adónde hemos llegado? Sostres -del que, por cierto, he leído excelentes artículos, esta cagadita aparte- sólo habla español con la criada y algunos empleados. Reconozco que soy un ser deleznable porque los jueves, en la Real Academia Española, hablo en castellano con Francisco Nieva y con Emilio Lledó, con Pere Gimferrer y Paco Rico, con Carlos Bousoño y Castilla del Pino, gentes del todo abominables, analfabetos supinos y escritores de bajísimo nivel.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.