Hemeroteca de kickjor

Zapatero empezó su inquilinato monclovita con el estreno de Mar adentro y puede terminarlo mediante esa forma de eutanasia de la paciente España que sería hacer la paz al gusto de ETA. Lo más que puede hacer Zapatero es ganar tiempo para llegar a las elecciones generales con el señuelo pacifistero, ni siquiera pacifista, porque todo él está impregnado de esa vocación cainita de aplicar la eutanasia activa a la derecha española, que como está un poco lela, lo mismo se deja.

No sería la primera vez. Sin embargo, ayer, Rajoy constató en un comunicado formal la gravedad de la situación, que es responsabilidad esencial de Zapatero y de los grupos de extrema izquierda y de nacionalismo extremado que tan incondicionalmente le apoyan. Temo que no servirá de nada. Un tipo capaz de decir que un asesino como De Juana Chaos «está por la paz», está él mismo para que lo encierren. O sea, para canjearse por ese famoso pacifista con 25 asesinatos en su haber o para ser procesado por alta traición a España y la más baja y rastrera de las traiciones a los miles de familias víctimas del terrorismo etarra.

Si no solamente Otegi, sino el mismísimo Aníbal Lecter que celebraba en la trena el dolor de la familia Jiménez Becerril, tienen un discurso de paz o están por la paz, evidentemente, la España que se respeta a sí misma es incompatible con Zapatero. O Zapatero incompatible con España, que al cabo viene a ser lo mismo.

Rajoy le ha ofrecido la colaboración del PP para abandonar ese paseo por el borde del abismo que se ha convertido en su deporte favorito y el único juego al que le dedica horas. La respuesta, ya nos la sabemos: Zapatero o su escudero 'Sanchiño' Blanco acusarán al partido de la derecha de tratar de sabotear el proceso dichoso. Ya se sabe que la derecha es culpable de lo que hace y de lo que no hace. Al contrario que la izquierda, que no es culpable ni de lo que hace ni de lo que deja de hacer.

Alicia ha instalado su vivienda al otro lado del espejo, donde no hay problemas de edificabilidad, y se dedica a la promoción inmobiliaria de embelecos y tartuferías al alcance de todos los bolsillos. Por supuesto, los que se nieguen a entrar en el juego serán acusados de insolidarios y enemigos de la paz y, naturalmente, los socialistas tratarán de echarlos de casa con el mismo énfasis utilizado contra los dueños de viviendas que se niegan a entregarlas al inseguro mercado de alquiler. Al final, ni pueden obligar a los dueños de las viviendas a malbaratarlas para darle gusto al Gobierno, ni pueden forzar al PP a uncirse al yugo de la rendición ante ETA ni pueden obligar a la banda terrorista a una reciprocidad imposible. Lo único que pasa es que se pierde el tiempo, se dilapida el esfuerzo y el enfermo está en las últimas.

Como en España, aparta de mí este cáliz, el cadáver, ay, sigue muriendo.