27.10.06
COMENTARIOS LIBERALES En su momento FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
27-10-06
COMENTARIOS LIBERALES
En su momento
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Mientras fingía al modo cebrianita no saber si fue ETA la banda que robó casi 400 pistolas y revólveres en Francia, Zetapé dijo que si se confirma lo que ya estaba confirmado y requeteconfirmado dos días antes por la policía gala, la hazaña de secuestrar a una familia y atracar una armería «tendría consecuencias». Pero tras dejar pasar unos segundos, añadió: «En su momento». O sea, que, si por él ha de ser, ni ahora ni nunca.
El inquilino de La Moncloa ha conseguido que todo lo que dice sobre el terrorismo debamos interpretarlo al revés. La famosa «verificación» de que ETA estaba dispuesta a desarmarse, que tanto repetía el Gobierno hace unos meses, ha pasado a mejor vida. Las constataciones, pruebas y verificaciones ya no son necesarias. ETA está cumpliendo los trámites del mal llamado proceso de paz por una razón esencial: porque a Zapatero le conviene creerlo, aunque sea una flagrante mentira. Dice o deja que creamos que «en su momento» la banda terrorista pagará el incumplimiento de una de sus primeras premisas de diálogo: no rearmarse, no aprovechar la tregua-trampa del Estado de Derecho para pertrecharse de abundantes herramientas de matar. Pues ahí están: casi 400 pistolas. Y Zapatero, a tragar, a callar y a disimular.
Por desgracia, ese momento llegará para Zapatero. Los terroristas le han tomado la medida a la perfección. Como no cree en nada, puede defender una cosa y la contraria no de un día para otro sino de una frase a la siguiente. La verdad se ha convertido para ZP en un engorroso trámite para ignorantes, que somos todos los españoles que le pagamos el sueldo. Mientras, los terroristas gozan de una firma de relaciones públicas para mejorar su imagen que se hace llamar Gobierno de España, no siendo una cosa ni la otra. Y además, gratis. Todo por permitirle usar en las próximas elecciones generales el señuelo de la paz, perfecta en los cementerios que los etarras llevan décadas llenando.
Y al día siguiente, o sea, en su momento, volverán a las andadas. Rearmados, relegitimados, servidos de hinojos por Cándido y Zapatero, los criminales de la capucha y el tiro en la nuca proseguirán su obra redentora hasta conseguir la Cuba del Cantábrico. En su momento, pararán. En su momento, acelerarán. En su momento, venderán. En su momento, comprarán. En su momento, volarán el mercado. No se les pueden poner mejor las cosas para, en su momento, hacer lo que más les convenga. El fiscal general del Estado es su abogado particular. El presidente del Gobierno de la nación opresora es su criado, untuosamente servil.
El Estado cruje y se resquebraja por los cuatro costados. Y en su momento, estallará. Y, entonces sí, le pasarán la factura a Zetapé. Serán las elecciones del cobrador del frac. Pero en su momento, o sea, tarde.
El inquilino de La Moncloa ha conseguido que todo lo que dice sobre el terrorismo debamos interpretarlo al revés. La famosa «verificación» de que ETA estaba dispuesta a desarmarse, que tanto repetía el Gobierno hace unos meses, ha pasado a mejor vida. Las constataciones, pruebas y verificaciones ya no son necesarias. ETA está cumpliendo los trámites del mal llamado proceso de paz por una razón esencial: porque a Zapatero le conviene creerlo, aunque sea una flagrante mentira. Dice o deja que creamos que «en su momento» la banda terrorista pagará el incumplimiento de una de sus primeras premisas de diálogo: no rearmarse, no aprovechar la tregua-trampa del Estado de Derecho para pertrecharse de abundantes herramientas de matar. Pues ahí están: casi 400 pistolas. Y Zapatero, a tragar, a callar y a disimular.
Por desgracia, ese momento llegará para Zapatero. Los terroristas le han tomado la medida a la perfección. Como no cree en nada, puede defender una cosa y la contraria no de un día para otro sino de una frase a la siguiente. La verdad se ha convertido para ZP en un engorroso trámite para ignorantes, que somos todos los españoles que le pagamos el sueldo. Mientras, los terroristas gozan de una firma de relaciones públicas para mejorar su imagen que se hace llamar Gobierno de España, no siendo una cosa ni la otra. Y además, gratis. Todo por permitirle usar en las próximas elecciones generales el señuelo de la paz, perfecta en los cementerios que los etarras llevan décadas llenando.
Y al día siguiente, o sea, en su momento, volverán a las andadas. Rearmados, relegitimados, servidos de hinojos por Cándido y Zapatero, los criminales de la capucha y el tiro en la nuca proseguirán su obra redentora hasta conseguir la Cuba del Cantábrico. En su momento, pararán. En su momento, acelerarán. En su momento, venderán. En su momento, comprarán. En su momento, volarán el mercado. No se les pueden poner mejor las cosas para, en su momento, hacer lo que más les convenga. El fiscal general del Estado es su abogado particular. El presidente del Gobierno de la nación opresora es su criado, untuosamente servil.
El Estado cruje y se resquebraja por los cuatro costados. Y en su momento, estallará. Y, entonces sí, le pasarán la factura a Zetapé. Serán las elecciones del cobrador del frac. Pero en su momento, o sea, tarde.