1.11.06

 

AL ABORDAJE Ante el espejo DAVID GISTAU

 

1-11-06



AL ABORDAJE

Ante el espejo


DAVID GISTAU

Científicos de la universidad de Emory (Atlanta) han llevado a cabo en el zoo del Bronx un experimento con ejemplares de diferentes especies para determinar cuáles son conscientes de sí y han desarrollado la capacidad de reconocerse en un yo propio que sustentaría incluso su responsabilidad moral. La prueba consistió en modificarles el aspecto antes de enfrentarlos a su reflejo en el espejo para comprobar si se apercibían de que habían cambiado. O si, por el contrario, eran incapaces de reparar en lo que se habían convertido, evidenciando así la falta de consciencia que los naturalistas atribuyen a las especies menos evolucionadas.

La elefanta Happy, por ejemplo, advirtió en su reflejo una marca de esparadrapo que le habían hecho en la frente e intentó borrársela con la trompa. Satisfechos con esta primera conclusión, los científicos pasaron luego a ensayar con un ejemplar de político, el conocido como 'Zetapé', que fue elegido porque representa al partido que más mutaciones ha experimentado en los últimos tiempos en su yo propio sin que nadie haya logrado demostrar todavía que tenga consciencia de ellas. Ubicado delante del espejo, la primera reacción de Zetapé ante el tío que tenía delante fue tenderle la mano y pedirle el voto para Montilla, actitud que no alarmó a los científicos porque la consideran un reflejo pavloviano característico de la actual berrea electoral.

La cosa se complicó después. Cuando a Zetapé le obligaron a verse reflejado en compañía de lo que siempre había sido un predador natural de su especie y una amenaza para su hábitat. Le pusieron al lado a Ignacio de Juana Chaos, y ahí fallaron todos los reflejos y las convenciones morales en las que hasta no hace mucho estaba basado el yo propio del partido socialista como parte fundamental de otro yo con consciencia propia, el del Estado democrático. En vez de asustarse y de ponerse a salvo, o de adquirir una actitud defensiva inspirada por la memoria de los crímenes, Zetapé olisqueó los genitales a De Juana Chaos y luego movió el rabo y le hizo fiestas, reconociéndole, no como un enemigo, sino como un igual, otro hombre de paz como él mismo en lo que concierne al proceso.

Si a esto se le añade la agresividad que arrebata a Zetapé cuando a su imagen en el espejo la acompaña gente como Rosa Díez, que antaño fue su semejante y se presenta sin cambio alguno en su yo propio y en su criterio moral, se comprende la decepción de los científicos al comprobar que, tal es la ausencia de consciencia, que Zetapé ni siquiera es capaz de asimilar en qué se ha convertido y adónde ha arrastrado a su partido. No ve la marca en la frente.

Otra conclusión, más lateral, fue que los elefantes sí lloran y honran a sus muertos en vez de atacar a quienes custodian su recuerdo y su dignidad.

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