1.12.06

 

COMENTARIOS LIBERALES De escalofrío FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

 

1-12-06



COMENTARIOS LIBERALES

De escalofrío


FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

Como estamos curados de espanto, las mayores atrocidades nos parecen cosa corriente; y las peores fechorías, simples contratiempos naturales y de andar por casa. Lo peor de los desmanes policiales es que estamos acostumbrándonos a ellos, lo mismo que al partidismo desvergonzado de la Fiscalía o a la lotería política de los juzgados. Sin embargo, el descubrimiento a mitad de agosto de una mafia policial que traficaba con explosivos en Madrid no es un caso más, una mafia más, una corrupción más. Lo que ayer nos contaba Fernando Lázaro no es sólo un escándalo sino un indicio de por dónde empieza a discurrir la actividad delictiva dentro de la policía. Claro está que hay delitos que siempre existirán porque la corrupción está en la naturaleza humana, se acrece en el roce continuo de policías con delincuentes y suele excusarse al comparar el nivel de vida de los buenos y de los malos. Pero el caso del tráfico de Goma 2 es de escalofrío.

En España hay dos hitos delictivos en el camino que nos lleva directos a México: el caso del narco volador, donde constatamos que, de poder creerles, los jueces españoles serían los únicos del mundo inmunes a los sobornos del narcotráfico; y las dos tramas, si es que son dos, de tráfico de explosivos dirigido o controlado por la policía, tanto en la trama asturiana del 11-M como en la descubierta trama madrileña, que, oh, casualidad, también pasa por el 11-M. Nada menos que por la comisaría del Puente de Vallecas, la misma que en la noche de la masacre alumbró una mochila más falsa que Judas Iscariote, que nunca estuvo en los trenes pero que permitió al PSOE acceder al Poder tras perpetrar la estafa informativa más gigantesca y desvergonzada de la democracia española, es decir, del régimen constitucional del 78, cadáver aún en pie.

Hay un salto cuantitativo y, sobre todo, cualitativo en que la policía trafique con droga o lo haga con explosivos. En primer lugar, porque el negocio de la venta de droga con placa es conocido y constatado desde tiempos de El Nani y el caso UCIFA. Está por así decirlo, en la agenda fija de todos los departamentos de asuntos internos de todos los cuerpos policiales, españoles o extranjeros. Pero la venta de explosivos, que aquí sólo pueden utilizarse para el terrorismo, va mucho más allá de jugar a los dos lados de la frontera de la legalidad y de delinquir al galope para mejorar un sueldo.

Los que trafican con explosivos listos para perpetrar cualquier masacre no vacilarán en traficar con droga, secuestrar y hasta llegar a matar a quien les estorbe. Pero si de por medio anda el terrorismo islámico, estamos ya más allá del GAL, aquella banda, recuérdese, que empezó robando para matar y terminó matando para seguir robando.

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