31.1.07
COMENTARIOS LIBERALES Hilo y cometa FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
31-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
Hilo y cometa
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Al poco tiempo de la masacre del 11-M, cuyo éxito para echar del Gobierno al PP y colocar al PSOE fue total y absoluto, Fernando Múgica empezó a publicar su histórica serie sobre Los agujeros negros del 11-M. Y ya en esos inicios de la Gran Sospecha se pudo leer en EL MUNDO que la hipótesis que consideraban más verosímil las fuentes fiables de los servicios de información era que la trama asturiana de los explosivos, la única pieza que aparecía en las investigaciones policiales junto a la conjetura islámica, había sido en todo momento controlada por la Guardia Civil, la Policía o el CNI. ¿Qué había pasado para llegar a tan gigantesca matanza? Pues que tal vez, se dijo, «se le había dado hilo a la cometa», y, cuando se quiso tirar del hilo para recuperar el delicado artefacto la cometa volaba sola y el vuelo acabó fatal. O sea, que la Benemérita, la Policía o el CNI sabían bien lo que Trashorras, los hermanos Toro y demás se traían entre manos, el tráfico de armas y explosivos, pero que estaban protegidos como criaturas policiales para que, en vísperas de un atentado, pudieran pillar a los terroristas.
Y ya entonces, hace más de dos años, apareció la pista del coronel Hernando, la mano derecha de Rafael Vera y su maletín, porque era el que llevaba personalmente a Suiza el pago a sus señoras del silencio de Amedo y Domínguez. Naturalmente, fue muy comentado que el Gobierno del PP, que tenía a gala luchar contra el terrorismo sólo desde la legalidad, mantuviera al frente de la UCO, la unidad de elite de la Guardia Civil, a un hombre encausado por esas actividades delictivas -va a ser juzgado ahora- y hasta lo condecorase y ascendiese. Cuando Hernando llegó a aquella epopeya de la prevaricación y el perjurio al por mayor que fue la Comisión parlamentaria del 11-M, dirigida por el PSOE con la complicidad de los demás grupos para crucificar al PP, mintió, como casi todos los uniformados y no pocos civiles. Y ahora conocemos tres presuntos delitos gravísimos perpetrados por Hernando y su alférez Trigo: el de falso testimonio de Hernando, que mintió sobre su conocimiento de las andanzas explosivas de Toro y Trashorras a nivel nacional; los de encubrimiento e infidelidad en custodia de documento público por parte de Trigo, que, en vísperas de la declaración de Hernando, trató de destruir la prueba del delito. Un guardia civil se negó, pero el PSOE también se negó por tres veces a entregar a Zaplana el documento ahora aparecido. El estilo, entre delictivo y chapucero, recuerda mucho al del falsificador Santano y la trama del bórico. Así que no sabemos quién echó a volar la cometa, pero ya van apareciendo los hilos. Y si el juez Del Olmo y la fiscal Sánchez hubieran querido investigar los delitos de los que tuvieron detallada y careada noticia, posiblemente conoceríamos la hilatura completa.
Y ya entonces, hace más de dos años, apareció la pista del coronel Hernando, la mano derecha de Rafael Vera y su maletín, porque era el que llevaba personalmente a Suiza el pago a sus señoras del silencio de Amedo y Domínguez. Naturalmente, fue muy comentado que el Gobierno del PP, que tenía a gala luchar contra el terrorismo sólo desde la legalidad, mantuviera al frente de la UCO, la unidad de elite de la Guardia Civil, a un hombre encausado por esas actividades delictivas -va a ser juzgado ahora- y hasta lo condecorase y ascendiese. Cuando Hernando llegó a aquella epopeya de la prevaricación y el perjurio al por mayor que fue la Comisión parlamentaria del 11-M, dirigida por el PSOE con la complicidad de los demás grupos para crucificar al PP, mintió, como casi todos los uniformados y no pocos civiles. Y ahora conocemos tres presuntos delitos gravísimos perpetrados por Hernando y su alférez Trigo: el de falso testimonio de Hernando, que mintió sobre su conocimiento de las andanzas explosivas de Toro y Trashorras a nivel nacional; los de encubrimiento e infidelidad en custodia de documento público por parte de Trigo, que, en vísperas de la declaración de Hernando, trató de destruir la prueba del delito. Un guardia civil se negó, pero el PSOE también se negó por tres veces a entregar a Zaplana el documento ahora aparecido. El estilo, entre delictivo y chapucero, recuerda mucho al del falsificador Santano y la trama del bórico. Así que no sabemos quién echó a volar la cometa, pero ya van apareciendo los hilos. Y si el juez Del Olmo y la fiscal Sánchez hubieran querido investigar los delitos de los que tuvieron detallada y careada noticia, posiblemente conoceríamos la hilatura completa.
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Justicia histórica o las fosas del pasado
31-01-07
TRIBUNA LIBRE
Justicia histórica o las fosas del pasado
JAVIER GOMEZ DE LIAÑO
Un viejo comunista, maestro de decencias y espejo de malaventuras, por quien siento el mayor de los respetos y cuya intención merece el mejor de los elogios, me pide opinión acerca de la pretensión de Izquierda Unida (IU) de que el proyecto de Ley de la memoria histórica -el nombre técnico es más largo y menos fatuo- contemple la declaración de nulidad de todos los consejos de guerra del franquismo. A la petición me adjunta el texto de la enmienda en la que, al parecer, han colaborado un magistrado emérito del Tribunal Supremo y un ex fiscal, y yo le agradezco que se haya acordado de mí para la consulta. Primero, porque pienso con él que aquella guerra que pudo haberse evitado fue la calamidad mayor que nos deparó la Historia de España. Y, después, porque me da la oportunidad de decir que estoy con quienes sostienen la imprudencia de esa ley, cuya finalidad, que no es otra que resucitar aquel tiempo de horror, preferiría ver rechazada por todos y cada uno de los partidos políticos.
Hace ahora dos años expuse, en estas mismas páginas, mis razones en contra del empeño de algunos por abrir juicio a la historia del franquismo. Fue a propósito de la retirada de estatuas, el cambio de destino de no pocos monumentos o la revisión de procesos judiciales ya fenecidos. Entonces dije que tales iniciativas eran escasamente oportunas por cuanto que no conducían a otra cosa que a desenterrar a los muertos y, lo que es peor, a reavivar, consciente o inconscientemente, un período cainita superado con la Transición, aquella obra modélica que consistió en pasar de la dictadura a la democracia sin caer en el revanchismo ni enrojecer el paisaje.
Pues bien, al igual que ayer, hoy me pregunto ¿por qué esa obstinación en levantar España sobre las cenizas de España? El síntoma es grave y el diagnóstico, más grave todavía. Para Voltaire, la historia del mundo no es sino el recuento de sus crímenes, aunque quizá sea peor aún que haya gente que, lejos de sortear los escollos que nos salen al paso, prefiere hacer alto, echar el ancla y detenerse. ¡Ya está bien! La política no se mueve en el mundo de los fantasmas. A los recuerdos colectivos que nos producen rubor y dolor hay que enterrarlos.
Don Antonio Cánovas del Castillo, que sabía con exactitud el número que calzaba cada cuál en política, dejó escrito que la política es el arte de aplicar en cada época de la Historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible. Lo malo es cuando se ensaya a buscar salidas airosas no para el ideal sino para la persona o su deteriorado y oscuro porvenir. Más o menos, lo que escribía el director de EL MUNDO en su carta dominical del 17 de diciembre de 2006. Prohibido entretenerse contando otra vez los mismos muertos, se titulaba. En ella advertía a los lectores de que la esencia del proyecto gubernamental pivotaba sobre la gran falacia de que la sociedad española tiene una deuda pendiente con las víctimas del franquismo y de la Guerra Civil y que cuando el ajuste de cuentas estaba ya exclusivamente en manos de los historiadores, contra todo pronóstico y sin que mediara demanda social relevante alguna, el presidente Zapatero lo reintroduce en la agenda política.
Con su iniciativa, lo que Izquierda Unida postula es una revisión, a modo de causa general, de todos los procesos tramitados ante la jurisdicción militar durante la dictadura del general Franco -alguien podrá preguntar ¿y por qué no los celebrados ante el Tribunal de Orden Público?- para lograr una auténtica justicia histórica. Aparte de razones jurídicas -res iudicata pro veritate habetur, o lo que es igual, «la cosa juzgada no es la verdad pero se la considera como verdad», o sea, la seguridad jurídica-, particularmente creo que se trata no más que de un espejismo. Para mí, la propuesta planteada rebasa los cauces jurídicos -también políticos-, erróneos, sin duda, para entrar en los de una mentalidad que no acaba de sazonar. Aquí hacen falta expertos -psiquiatras, entre otros- que dictaminen si con añorantes y progresistas a la violeta un país puede avanzar. Mientras esos personajes a los que aludo ignoren el elemental supuesto de que la Historia es un bien fungible, estaremos siempre con la amenaza del atolladero.
Con muy certeras palabras, Albert Camus distinguía entre quienes hacen la Historia y quienes la sufren. Para mí, los segundos son los que la empujan y pasan a engrosar sus capítulos no más que en letra minúscula y diminuta. En la orilla de enfrente están los que se afanan en innovar una Historia a base de remover el vertedero o la fosa común. Son, sin duda, los que viven del presupuesto y alimentan las páginas de pasquines y folletos que alguien acaba por creerse. La materia prima de la Historia es el hombre en carne y hueso y no debe ser mercancía objeto de manipulación, sino aguja de marear para futuras singladuras. De ahí que cuando oigo hablar de que hay que hacer justicia histórica es como si una rata me mordiera en los intestinos. Lo siento, pero ante el desmán del rábula o leguleyo, en mi cabeza no cabe más memoria que la que sirve para reconstruir las dos únicas historias ciertas: la sagrada y la natural. Lo he dicho muchas veces. El pueblo español estuvo siempre a mucha distancia, por encima, de los políticos y ha sido el histórico pagano, a un precio demasiado costoso para sus energías, de los dislates de sus gobernantes. No nos cansemos en declarar lo que es indubitado. La Historia es irreversible. En estos momentos los españoles estamos en una coyuntura capaz de borrar las mil telarañas de aquel incivil enfrentamiento. El pueblo español no tiene necesidad de volver la cara y rememorar los dolores pretéritos, sino de mirar para adelante y soñar con la próvida libertad, esa bendición que quieren negarnos quienes hacen del terrorismo su modo de vida. Pienso que el deber de todos es ayudar a caminar por la sosegada y eficaz senda iniciada con la Constitución de 1978, en la que las sugerencias extravagantes y las declaraciones solemnes quizá suenen demasiado a sepulcro blanqueado. Para confundir al personal basta con montar una tarima y poblarla de personajes ruidosos con ganas de jugar con las cartas del trilero.
La Historia de España ha de escribirse de nueva planta. Los decorados de cartón piedra ya no sirven. Demasiadas cosas y demasiadas vidas se dilapidaron. Lo que importa no es el pasado sino el hoy. Son las víctimas de la democracia las que deben obsesionarnos y no nuestros antepasados sacrificados en aquel terrible y muy remoto anteayer. No nos empeños en lo negativo, aunque a veces pueda resultar reconfortante. Aún más lo es sepultar el sufrimiento. No hagamos leyes con nuestras pérdidas y no se olvide que todos perdimos.
Las almas de los muertos beben las aguas de Leteo, el río del olvido y de nada vale reanimar lo que ya es carne de la Historia. Ni las crónicas, ni las esquelas, ni las fotografías en tono sepia son la vida, sino una gélida fuente de dolor. Pasemos una esponja sobre las fechas amargas. Sobre éstas y esgrimiendo la figura jurídica que se llama prescripción o, si se prefiere, cosa juzgada, creo que es preferible correr un tupido velo y me alegra poder decirlo así. Lo siento, pero conmigo que no cuenten para la agria sandez de ver a unos y otros como se lanzan sumarios a la cabeza.
A modo de conclusión, mi opinión, que gustosamente someto a otras más fundadas, es que ante el proyecto de ley que se discute en el Congreso de los diputados y vista la enmienda del grupo parlamentario que preside Gaspar Llamazares, es necesario sentar las siguientes premisas:
Primera. La memoria, si se sabe leer y releer con ojos limpios, no es arma de revancha.
Segunda. Recordar la Guerra Civil no es volver a vivir, sino todo lo contrario.
Tercera. Si para algo sirve el tiempo es para cicatrizar y reflexionar; en una palabra, para madurar.
Cuarta. La proposición de IU representa el pasado, y el pasado, no se olvide, siempre pierde.
Son éstas unas pautas que algunos añorantes -políticos y no políticos- suelen olvidar, quizá porque están en la inopia. Tranquilícense los intranquilos, retírense del mundanal ruido los jubilados no resignados y dejemos que España siga andando con pies ágiles. En política -también en justicia- quien mira para atrás y a destiempo acaba convirtiéndose en estatua de sal, como la mujer de Lot. La llamada justicia histórica es agua pasada que no mueve molino. Dejemos en paz a los ajusticiados en aquel tiempo de sangre y mierda, y vivamos con la esperanza de no ver crecer su doloroso montón.
- «No entiendo la dirección de esa estrella», le dijo un hombre a otro.
- «Ni yo -le contestó-; qué más da, el surco, está ahí».
Javier Gómez de Liaño es abogado y magistrado excedente.
Hace ahora dos años expuse, en estas mismas páginas, mis razones en contra del empeño de algunos por abrir juicio a la historia del franquismo. Fue a propósito de la retirada de estatuas, el cambio de destino de no pocos monumentos o la revisión de procesos judiciales ya fenecidos. Entonces dije que tales iniciativas eran escasamente oportunas por cuanto que no conducían a otra cosa que a desenterrar a los muertos y, lo que es peor, a reavivar, consciente o inconscientemente, un período cainita superado con la Transición, aquella obra modélica que consistió en pasar de la dictadura a la democracia sin caer en el revanchismo ni enrojecer el paisaje.
Pues bien, al igual que ayer, hoy me pregunto ¿por qué esa obstinación en levantar España sobre las cenizas de España? El síntoma es grave y el diagnóstico, más grave todavía. Para Voltaire, la historia del mundo no es sino el recuento de sus crímenes, aunque quizá sea peor aún que haya gente que, lejos de sortear los escollos que nos salen al paso, prefiere hacer alto, echar el ancla y detenerse. ¡Ya está bien! La política no se mueve en el mundo de los fantasmas. A los recuerdos colectivos que nos producen rubor y dolor hay que enterrarlos.
Don Antonio Cánovas del Castillo, que sabía con exactitud el número que calzaba cada cuál en política, dejó escrito que la política es el arte de aplicar en cada época de la Historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible. Lo malo es cuando se ensaya a buscar salidas airosas no para el ideal sino para la persona o su deteriorado y oscuro porvenir. Más o menos, lo que escribía el director de EL MUNDO en su carta dominical del 17 de diciembre de 2006. Prohibido entretenerse contando otra vez los mismos muertos, se titulaba. En ella advertía a los lectores de que la esencia del proyecto gubernamental pivotaba sobre la gran falacia de que la sociedad española tiene una deuda pendiente con las víctimas del franquismo y de la Guerra Civil y que cuando el ajuste de cuentas estaba ya exclusivamente en manos de los historiadores, contra todo pronóstico y sin que mediara demanda social relevante alguna, el presidente Zapatero lo reintroduce en la agenda política.
Con su iniciativa, lo que Izquierda Unida postula es una revisión, a modo de causa general, de todos los procesos tramitados ante la jurisdicción militar durante la dictadura del general Franco -alguien podrá preguntar ¿y por qué no los celebrados ante el Tribunal de Orden Público?- para lograr una auténtica justicia histórica. Aparte de razones jurídicas -res iudicata pro veritate habetur, o lo que es igual, «la cosa juzgada no es la verdad pero se la considera como verdad», o sea, la seguridad jurídica-, particularmente creo que se trata no más que de un espejismo. Para mí, la propuesta planteada rebasa los cauces jurídicos -también políticos-, erróneos, sin duda, para entrar en los de una mentalidad que no acaba de sazonar. Aquí hacen falta expertos -psiquiatras, entre otros- que dictaminen si con añorantes y progresistas a la violeta un país puede avanzar. Mientras esos personajes a los que aludo ignoren el elemental supuesto de que la Historia es un bien fungible, estaremos siempre con la amenaza del atolladero.
Con muy certeras palabras, Albert Camus distinguía entre quienes hacen la Historia y quienes la sufren. Para mí, los segundos son los que la empujan y pasan a engrosar sus capítulos no más que en letra minúscula y diminuta. En la orilla de enfrente están los que se afanan en innovar una Historia a base de remover el vertedero o la fosa común. Son, sin duda, los que viven del presupuesto y alimentan las páginas de pasquines y folletos que alguien acaba por creerse. La materia prima de la Historia es el hombre en carne y hueso y no debe ser mercancía objeto de manipulación, sino aguja de marear para futuras singladuras. De ahí que cuando oigo hablar de que hay que hacer justicia histórica es como si una rata me mordiera en los intestinos. Lo siento, pero ante el desmán del rábula o leguleyo, en mi cabeza no cabe más memoria que la que sirve para reconstruir las dos únicas historias ciertas: la sagrada y la natural. Lo he dicho muchas veces. El pueblo español estuvo siempre a mucha distancia, por encima, de los políticos y ha sido el histórico pagano, a un precio demasiado costoso para sus energías, de los dislates de sus gobernantes. No nos cansemos en declarar lo que es indubitado. La Historia es irreversible. En estos momentos los españoles estamos en una coyuntura capaz de borrar las mil telarañas de aquel incivil enfrentamiento. El pueblo español no tiene necesidad de volver la cara y rememorar los dolores pretéritos, sino de mirar para adelante y soñar con la próvida libertad, esa bendición que quieren negarnos quienes hacen del terrorismo su modo de vida. Pienso que el deber de todos es ayudar a caminar por la sosegada y eficaz senda iniciada con la Constitución de 1978, en la que las sugerencias extravagantes y las declaraciones solemnes quizá suenen demasiado a sepulcro blanqueado. Para confundir al personal basta con montar una tarima y poblarla de personajes ruidosos con ganas de jugar con las cartas del trilero.
La Historia de España ha de escribirse de nueva planta. Los decorados de cartón piedra ya no sirven. Demasiadas cosas y demasiadas vidas se dilapidaron. Lo que importa no es el pasado sino el hoy. Son las víctimas de la democracia las que deben obsesionarnos y no nuestros antepasados sacrificados en aquel terrible y muy remoto anteayer. No nos empeños en lo negativo, aunque a veces pueda resultar reconfortante. Aún más lo es sepultar el sufrimiento. No hagamos leyes con nuestras pérdidas y no se olvide que todos perdimos.
Las almas de los muertos beben las aguas de Leteo, el río del olvido y de nada vale reanimar lo que ya es carne de la Historia. Ni las crónicas, ni las esquelas, ni las fotografías en tono sepia son la vida, sino una gélida fuente de dolor. Pasemos una esponja sobre las fechas amargas. Sobre éstas y esgrimiendo la figura jurídica que se llama prescripción o, si se prefiere, cosa juzgada, creo que es preferible correr un tupido velo y me alegra poder decirlo así. Lo siento, pero conmigo que no cuenten para la agria sandez de ver a unos y otros como se lanzan sumarios a la cabeza.
A modo de conclusión, mi opinión, que gustosamente someto a otras más fundadas, es que ante el proyecto de ley que se discute en el Congreso de los diputados y vista la enmienda del grupo parlamentario que preside Gaspar Llamazares, es necesario sentar las siguientes premisas:
Primera. La memoria, si se sabe leer y releer con ojos limpios, no es arma de revancha.
Segunda. Recordar la Guerra Civil no es volver a vivir, sino todo lo contrario.
Tercera. Si para algo sirve el tiempo es para cicatrizar y reflexionar; en una palabra, para madurar.
Cuarta. La proposición de IU representa el pasado, y el pasado, no se olvide, siempre pierde.
Son éstas unas pautas que algunos añorantes -políticos y no políticos- suelen olvidar, quizá porque están en la inopia. Tranquilícense los intranquilos, retírense del mundanal ruido los jubilados no resignados y dejemos que España siga andando con pies ágiles. En política -también en justicia- quien mira para atrás y a destiempo acaba convirtiéndose en estatua de sal, como la mujer de Lot. La llamada justicia histórica es agua pasada que no mueve molino. Dejemos en paz a los ajusticiados en aquel tiempo de sangre y mierda, y vivamos con la esperanza de no ver crecer su doloroso montón.
- «No entiendo la dirección de esa estrella», le dijo un hombre a otro.
- «Ni yo -le contestó-; qué más da, el surco, está ahí».
Javier Gómez de Liaño es abogado y magistrado excedente.
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30.1.07
COMENTARIOS LIBERALES Traición a ciegas FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
30-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
Traición a ciegas
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Pocos episodios ilustran mejor la verdadera naturaleza del famoso proceso de paz entre Zapatero y ETA que el de sus embajadores en el infierno tratando de identificar en sábanas de fotos de decenas, tal vez centenares, de terroristas huídos al simpático diablillo que sustituyó a 'Ternera' en la última de las abluciones pacifistas. Fue inmediatamente antes del bombazo de Barajas y el cambio de interlocutores consolidó en el Gobierno la idea de que el proceso avanzaba sin novedad.
Todas las instancias con alguna relevancia o experiencia, fueran favorables, tibias o adversas al diálogo con los asesinos manifestaban su convicción de que, en cualquier momento, los etarras podrían volver a hacer lo que mejor saben, que es matar al prójimo para acercarse a la conquista del poder. Desde las declaraciones de Montero hasta el mensaje del Rey en Nochebuena no hubo sabio o bien informado, diletante o transeúnte por la historia pasada y actual de ETA que no barruntase o anunciase el atentado. Sólo Zapatero, pese a tener más datos que los demás, sospechaba menos, por la humanísima razón de que no se lo creía. Como decía el Aristóteles de la copla: «No me lo cuentes, vecina, / que no me quiero enterar».
Así se produjo la bochornosa situación de proclamar muy campanudo que en 2006 todo había ido bien con ETA y que en el 2007 todo iría aún mejor. Y en ese momento, la furgoneta bomba estaba a punto de aparcar en Barajas.
Y es que hasta para el ejercicio de la alta traición hace falta orden y método, si es que se quiere evitar el peligro de consolidar lo que se quiere derruir. Imagínense al traidor Vellido Dolfos apuñalando a doña Urraca en Zamora creyendo que era el Rey: «¡Huy, perdone su alteza! ¡Como es tan alta!». O que Beltrán de Duguesclin, cuando Pedro el Cruel y su hermano ruedan por el suelo con los puñales, pone encima a Pedro mientras declama: «Ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi señor». El Trastámara apuñalado se habría ido al otro barrio diciendo: «¡Imbécil, tu señor soy yo! ¡Además de traidor, eres im... bé..cil...».
Me imagino a Eguiguren y Moscoso discutiendo mientras un guardia pasa páginas del Libro de Oro de los pacifistas más buscados: «¿Y dices que te suena de algo?». «Sí, sí. Yo creo que lo he visto en una película de cine español». «No me jorobes, ¿cómo va hacer películas un etarra en busca y captura?». «A lo mejor, como se llevan tan bien con los etarras lo metieron en alguna para un cameo». «Que no, hombre, que no, ¡cómo vamos a estar financiando a ETA con el dinero del cine!». «Pues sale de la misma caja que el dinero para que los visiten en la cárcel, ¿no?». «¡A ver si tú también te vas a pasar al enemigo! ¡Pareces de la AVT!».
Y en ese momento, para suavemente en la puerta la limusina con cristales negros de Pilar Bardem.
Todas las instancias con alguna relevancia o experiencia, fueran favorables, tibias o adversas al diálogo con los asesinos manifestaban su convicción de que, en cualquier momento, los etarras podrían volver a hacer lo que mejor saben, que es matar al prójimo para acercarse a la conquista del poder. Desde las declaraciones de Montero hasta el mensaje del Rey en Nochebuena no hubo sabio o bien informado, diletante o transeúnte por la historia pasada y actual de ETA que no barruntase o anunciase el atentado. Sólo Zapatero, pese a tener más datos que los demás, sospechaba menos, por la humanísima razón de que no se lo creía. Como decía el Aristóteles de la copla: «No me lo cuentes, vecina, / que no me quiero enterar».
Así se produjo la bochornosa situación de proclamar muy campanudo que en 2006 todo había ido bien con ETA y que en el 2007 todo iría aún mejor. Y en ese momento, la furgoneta bomba estaba a punto de aparcar en Barajas.
Y es que hasta para el ejercicio de la alta traición hace falta orden y método, si es que se quiere evitar el peligro de consolidar lo que se quiere derruir. Imagínense al traidor Vellido Dolfos apuñalando a doña Urraca en Zamora creyendo que era el Rey: «¡Huy, perdone su alteza! ¡Como es tan alta!». O que Beltrán de Duguesclin, cuando Pedro el Cruel y su hermano ruedan por el suelo con los puñales, pone encima a Pedro mientras declama: «Ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi señor». El Trastámara apuñalado se habría ido al otro barrio diciendo: «¡Imbécil, tu señor soy yo! ¡Además de traidor, eres im... bé..cil...».
Me imagino a Eguiguren y Moscoso discutiendo mientras un guardia pasa páginas del Libro de Oro de los pacifistas más buscados: «¿Y dices que te suena de algo?». «Sí, sí. Yo creo que lo he visto en una película de cine español». «No me jorobes, ¿cómo va hacer películas un etarra en busca y captura?». «A lo mejor, como se llevan tan bien con los etarras lo metieron en alguna para un cameo». «Que no, hombre, que no, ¡cómo vamos a estar financiando a ETA con el dinero del cine!». «Pues sale de la misma caja que el dinero para que los visiten en la cárcel, ¿no?». «¡A ver si tú también te vas a pasar al enemigo! ¡Pareces de la AVT!».
Y en ese momento, para suavemente en la puerta la limusina con cristales negros de Pilar Bardem.
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29.1.07
COMENTARIOS LIBERALES ¡Peligro: Garzón! FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
29-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
¡Peligro: Garzón!
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
La frase es de las que definen a una persona, a una institución y a una época: «Criminalizar a la izquierda abertzale por el solo hecho de decir que son Batasuna y ETA es una reducción simplista no ajustada a la realidad y, en todo caso, sin justificación probatoria». La ha escrito Garzón como explicación para negarse a cumplir la ley y aplicársela al etarra y batasuno Arnaldo Otegi.
Y, la verdad, no sé qué me asombra más en la frase: su pavoroso analfabetismo sintáctico, su estremecedora ignorancia semántica o su espeluznante inconsecuencia biográfica. Este Garzón de la frase, aunque sea el mismo que protagonizó recientemente en la Casa de América un homenaje a Hugo Chávez, que bien pudo titularse Aló Zetapé, se llama igual que el juez del sumario 18/98, uno de los más voluminosos de la historia judicial reciente. Y en ese sumario, Garzón demostraba, con la abundantísima documentación obtenida por la Policía y la Guardia Civil, que la organización terrorista era un pulpo con muchos tentáculos (ETA, Batasuna, Jarrai), pero con una sola cabeza orientada a un mismo fin.
Nada que no supieran ya las víctimas del terror, nada que no hubiera sido denunciado por los políticos que han padecido el terrorismo etarra y la miserable pasividad, cuando no complicidad de quienes debiendo administrar justicia sólo administraban prudencia con los asesinos y desprecio con las víctimas. Pero ha permitido ilegalizar el tinglado. Y la archidocumentada instrucción garzonita es precisamente la «justificación probatoria».
Yo no sé qué es eso de la izquierda abertzale; bueno, sí lo sé: un eufemismo del Gobierno para disimular su infame negociación, su vil coyunda con el terrorismo vasco. Pero si como definición política es una estafa, como definición jurídica es una tomadura de pelo. No menos que la sandez esa, tan peneuvista, de «criminalizar» a los que, mire usted por dónde, perpetran crímenes o los justifican, o los aprovechan. No se puede criminalizar a los criminales terroristas, lo que debe hacer un Estado de Derecho es juzgarlos y a la cárcel. Y eso es a lo que se niega Garzón, no sólo contra lo que ha hecho en el pasado, sino contra lo que la Ley ordena en el presente.
El CGPJ le perdonó a Garzón, de forma atrozmente corporativista e irresponsable, el expediente y sanción que merecía por su desvergonzada actuación, que rima con prevaricación, en el llamado caso del bórico, donde se metió ilegalmente para tapar el delito de falsificación de unos policías al servicio del Gobierno a costa de difamar a policías honrados. Y ahora viene con que «no se puede criminalizar a la izquierda abertzale por el solo hecho de decir que son Batasuna y ETA».
¿Le parece poco «hecho»? Son una misma cosa, ya ilegalizada por el Tribunal Supremo, y el juez que lo niega está fuera de la ley. ¡Fuera!
Y, la verdad, no sé qué me asombra más en la frase: su pavoroso analfabetismo sintáctico, su estremecedora ignorancia semántica o su espeluznante inconsecuencia biográfica. Este Garzón de la frase, aunque sea el mismo que protagonizó recientemente en la Casa de América un homenaje a Hugo Chávez, que bien pudo titularse Aló Zetapé, se llama igual que el juez del sumario 18/98, uno de los más voluminosos de la historia judicial reciente. Y en ese sumario, Garzón demostraba, con la abundantísima documentación obtenida por la Policía y la Guardia Civil, que la organización terrorista era un pulpo con muchos tentáculos (ETA, Batasuna, Jarrai), pero con una sola cabeza orientada a un mismo fin.
Nada que no supieran ya las víctimas del terror, nada que no hubiera sido denunciado por los políticos que han padecido el terrorismo etarra y la miserable pasividad, cuando no complicidad de quienes debiendo administrar justicia sólo administraban prudencia con los asesinos y desprecio con las víctimas. Pero ha permitido ilegalizar el tinglado. Y la archidocumentada instrucción garzonita es precisamente la «justificación probatoria».
Yo no sé qué es eso de la izquierda abertzale; bueno, sí lo sé: un eufemismo del Gobierno para disimular su infame negociación, su vil coyunda con el terrorismo vasco. Pero si como definición política es una estafa, como definición jurídica es una tomadura de pelo. No menos que la sandez esa, tan peneuvista, de «criminalizar» a los que, mire usted por dónde, perpetran crímenes o los justifican, o los aprovechan. No se puede criminalizar a los criminales terroristas, lo que debe hacer un Estado de Derecho es juzgarlos y a la cárcel. Y eso es a lo que se niega Garzón, no sólo contra lo que ha hecho en el pasado, sino contra lo que la Ley ordena en el presente.
El CGPJ le perdonó a Garzón, de forma atrozmente corporativista e irresponsable, el expediente y sanción que merecía por su desvergonzada actuación, que rima con prevaricación, en el llamado caso del bórico, donde se metió ilegalmente para tapar el delito de falsificación de unos policías al servicio del Gobierno a costa de difamar a policías honrados. Y ahora viene con que «no se puede criminalizar a la izquierda abertzale por el solo hecho de decir que son Batasuna y ETA».
¿Le parece poco «hecho»? Son una misma cosa, ya ilegalizada por el Tribunal Supremo, y el juez que lo niega está fuera de la ley. ¡Fuera!
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25.1.07
COMENTARIOS LIBERALES De Girón a Mayol FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
25-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
De Girón a Mayol
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
No sé por qué los critican. A mí cada día me gusta más la pareja Saura-Mayol, consejeros del Gobierno montillesco, grandes defensores de los okupas y que no dejan pasar un solo día sin atacar el derecho de propiedad. Cierto que, como ha dicho Montse Nebrera, eso es atacar la libertad, porque no hay un solo país libre que no garantice la propiedad. Al revés: todo régimen autoritario que, como el franquismo, respeta la propiedad privada, tarde o temprano acabará por conseguir la libertad. Otra cosa es el totalitarismo comunista, de donde parece más difícil salir, pero, siempre que no sea una simple oficina mafiosa del partido único, al menos no matará de hambre a sus súbditos.
(.../...)
Más injustísimas críticas: Alberto Fernández Díaz, el excelente candidato del PP a la Alcaldía barcelonesa, ha proclamado su «hartazgo» de la feliz pareja gubernamental y ha pedido la dimisión de Mayol por su apología permanente de los delitos contra la propiedad. No le harán caso. El propio Fernández Díaz dice que el Gobierno amontillado y mayolesco «acosa a los que pagan sus impuestos» y actúa como «Inquisición contra la propiedad privada».
Evidente. Pero, en el fondo, Mayol sólo dice lo que Montilla no se atreve a decir. «La Inma» representa la «revolución pendiente» de la izquierda catalana, que, como aún no ha hecho la transición, se permite personajes a lo Girón de Velasco, el León de Fuengirola. Sí, hombre, aquel ex ministro de Franco que amenazaba siempre con la «revolución pendiente» falangista para atacar a otras familias del régimen, como los del Opus, más reformistas. En los amenes de la dictadura, cuando Cebrián mandaba en RTVE, cada vez que salía Girón con su bastón amenazando con la revolución, metía miedo por lo militar, aunque por lo civil sólo fuera un abuelo Cebolleta recalificado.
Mayol es una afortunada propietaria inmueble, como Girón, y también antisistema a sus horas. Si le dejaran, nacionalizaba la banca los fines de semana. Eso sí, el lunes, bien arregladita a TV3, a proclamarse «rebelde» y «antisistema». Mayol dice que la culpa de lo que pasa la tiene el Código Penal del 95: «Yo no justifico la violencia pero generó más anticuerpos y más mal rollo en el movimiento okupa». No la justifica, pero añade: «No se puede tratar como delincuente a quien no vive como delincuente».
¿Es que robar ya no es delinquir? No. Es darle un «fin social» a un lugar «abandonado». Mientras no esté donado, de abandono, nada; pero con esta parejita pijiprogre todo es «enrollarse». Por ejemplo, según Saura, el desalojo por orden judicial de unos okupas se hizo «de buen rollo». O sea, que al final, la dictadura se resumirá en que Franco se enrollaba bien con Girón de Velasco, y nosotros sin enterarnos. Sólo lo sabía Cebrián.
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Más injustísimas críticas: Alberto Fernández Díaz, el excelente candidato del PP a la Alcaldía barcelonesa, ha proclamado su «hartazgo» de la feliz pareja gubernamental y ha pedido la dimisión de Mayol por su apología permanente de los delitos contra la propiedad. No le harán caso. El propio Fernández Díaz dice que el Gobierno amontillado y mayolesco «acosa a los que pagan sus impuestos» y actúa como «Inquisición contra la propiedad privada».
Evidente. Pero, en el fondo, Mayol sólo dice lo que Montilla no se atreve a decir. «La Inma» representa la «revolución pendiente» de la izquierda catalana, que, como aún no ha hecho la transición, se permite personajes a lo Girón de Velasco, el León de Fuengirola. Sí, hombre, aquel ex ministro de Franco que amenazaba siempre con la «revolución pendiente» falangista para atacar a otras familias del régimen, como los del Opus, más reformistas. En los amenes de la dictadura, cuando Cebrián mandaba en RTVE, cada vez que salía Girón con su bastón amenazando con la revolución, metía miedo por lo militar, aunque por lo civil sólo fuera un abuelo Cebolleta recalificado.
Mayol es una afortunada propietaria inmueble, como Girón, y también antisistema a sus horas. Si le dejaran, nacionalizaba la banca los fines de semana. Eso sí, el lunes, bien arregladita a TV3, a proclamarse «rebelde» y «antisistema». Mayol dice que la culpa de lo que pasa la tiene el Código Penal del 95: «Yo no justifico la violencia pero generó más anticuerpos y más mal rollo en el movimiento okupa». No la justifica, pero añade: «No se puede tratar como delincuente a quien no vive como delincuente».
¿Es que robar ya no es delinquir? No. Es darle un «fin social» a un lugar «abandonado». Mientras no esté donado, de abandono, nada; pero con esta parejita pijiprogre todo es «enrollarse». Por ejemplo, según Saura, el desalojo por orden judicial de unos okupas se hizo «de buen rollo». O sea, que al final, la dictadura se resumirá en que Franco se enrollaba bien con Girón de Velasco, y nosotros sin enterarnos. Sólo lo sabía Cebrián.
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24.1.07
COMENTARIOS LIBERALES Confirmar las dudas FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
24-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
Confirmar las dudas
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
La decisión del tribunal que ha de juzgar el 11-M ordenando que se haga el análisis de los explosivos y admitiendo como testigos a tres etarras relacionados con los islamistas -entre ellos los dos detenidos en Cañaveras con la caravana de la muerte paralela a la moroastur-, ha supuesto una conmoción en la opinión pública que no quiere caerse del guindo, pero no ha devuelto a quienes se cayeron hace tiempo su confianza en la Administración de Justicia.
Aunque el tribunal dice, y es comprensible, que quiere «despejar las dudas» sobre la naturaleza de los explosivos, la verdad es que, de momento, lo único que ha hecho es confirmarlas. No es poco, pero, en rigor, es lo mínimo que debía hacer para evitar la terrorífica evidencia de que todo el juicio del 11-M es una farsa siniestra, un embeleco, una versión del cervantino Retablo de las Maravillas, pero cuyo texto, ay, no lo ha escrito el Manco de Lepanto, sino el Ogro de Navidad, un señor que desconoce la lengua española, desde la sintaxis a la semántica. Y si creemos al pensador francés que comparaba la ética con la sintaxis, tampoco la ética.
Hay tres puntos negros en el restario, que no sumario, del juez Del Olmo. El más escandaloso, sin duda, es admitir que no se hiciera un análisis científico del arma del crimen, que son los explosivos de los trenes. Sólo por esa negligencia contumaz debería ser apartado de los tribunales para siempre, lo mismo que la fiscal Sánchez Valeyá, capaz de mentir en público diciendo que lo que estalló en los trenes era Goma 2 ECO. Ella sabía, como Del Olmo, que Manzano había confesado que nunca envió a analizar las muestras de los explosivos halladas en los trenes de la muerte adonde legalmente debía: el laboratorio de la Policía Científica. La primera decisión, por tanto, del Tribunal ha sido rectificar el sumario, aunque ya veremos qué ha hecho Manzano con la chatarra.
Lo de los etarras, que supone reconocer la relevancia de lo publicado en su día por Fernando Múgica sobre el imposible paralelismo casual de las dos furgonetas de la muerte, camino del mismo sitio y con el mismo propósito, es también una rectificación en la desprestigiada Versión Oficial, que no se sostiene por ninguna parte.
Pero diríase que el valor se le ha agotado al tribunal al no admitir lo establecido por la juez Gallego en el Caso del bórico, que nos sumerge de lleno en la gran cuestión: la existencia de una trama policial con complicidades judiciales que ha tratado y trata de obstaculizar la acción de la Justicia por todos los medios. Habrá que esperar al desarrollo del juicio, pero ojo: el tribunal, de momento, sólo ha lavado la cara de la Justicia, cuando lo que necesita este hombre elefante sin talento ni corazón, es cirugía. O mejor: trasplante.
Aunque el tribunal dice, y es comprensible, que quiere «despejar las dudas» sobre la naturaleza de los explosivos, la verdad es que, de momento, lo único que ha hecho es confirmarlas. No es poco, pero, en rigor, es lo mínimo que debía hacer para evitar la terrorífica evidencia de que todo el juicio del 11-M es una farsa siniestra, un embeleco, una versión del cervantino Retablo de las Maravillas, pero cuyo texto, ay, no lo ha escrito el Manco de Lepanto, sino el Ogro de Navidad, un señor que desconoce la lengua española, desde la sintaxis a la semántica. Y si creemos al pensador francés que comparaba la ética con la sintaxis, tampoco la ética.
Hay tres puntos negros en el restario, que no sumario, del juez Del Olmo. El más escandaloso, sin duda, es admitir que no se hiciera un análisis científico del arma del crimen, que son los explosivos de los trenes. Sólo por esa negligencia contumaz debería ser apartado de los tribunales para siempre, lo mismo que la fiscal Sánchez Valeyá, capaz de mentir en público diciendo que lo que estalló en los trenes era Goma 2 ECO. Ella sabía, como Del Olmo, que Manzano había confesado que nunca envió a analizar las muestras de los explosivos halladas en los trenes de la muerte adonde legalmente debía: el laboratorio de la Policía Científica. La primera decisión, por tanto, del Tribunal ha sido rectificar el sumario, aunque ya veremos qué ha hecho Manzano con la chatarra.
Lo de los etarras, que supone reconocer la relevancia de lo publicado en su día por Fernando Múgica sobre el imposible paralelismo casual de las dos furgonetas de la muerte, camino del mismo sitio y con el mismo propósito, es también una rectificación en la desprestigiada Versión Oficial, que no se sostiene por ninguna parte.
Pero diríase que el valor se le ha agotado al tribunal al no admitir lo establecido por la juez Gallego en el Caso del bórico, que nos sumerge de lleno en la gran cuestión: la existencia de una trama policial con complicidades judiciales que ha tratado y trata de obstaculizar la acción de la Justicia por todos los medios. Habrá que esperar al desarrollo del juicio, pero ojo: el tribunal, de momento, sólo ha lavado la cara de la Justicia, cuando lo que necesita este hombre elefante sin talento ni corazón, es cirugía. O mejor: trasplante.
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23.1.07
COMENTARIOS LIBERALES 'Caenas pijiprogres' FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
23-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
'Caenas pijiprogres'
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
El PP ha denunciado que el nuevo plan educativo -debe de ser el quincuagésimo nono- pactado por la ministra Cabrera y los aliados nacionalistas del PSOE permitirá que estos franquitos puedan redactar su parte triunfal: conseguidos los últimos objetivos escolares, la Historia de España ha terminado.
Enhorabuena a los pijiprogres que nos desgobiernan: un niño español podrá llegar al acné y aprobar la selectividad y sacarse un título y hacer el doctorado en Ciencias de la manipulación y proceder a la eutanasia activa o pasiva sin haber estudiado forzosamente los Reyes Católicos. ¡Al fin! Tanto institucionismo, tanta progresía, tanto presumir de que la cultura son ellos, de que la Educación son ellos, de que la Ilustración son ellos, y de que la modernidad son ellos, los pijiprogres, para que después de tantísimo progresar hayamos alcanzado las más altas cotas de atraso de nuestra Historia. ¡Pero qué digo Historia! ¡Si ya no hay Historia! Ahora la van a llamar Cambios en el tiempo. Sí, como una rama de la Meteorología.
Dirá el lector panglossiano que así los separatistas no podrán quejarse más de España. ¿Qué no? A España, como siempre desde el infausto Giner, le achacarán todos los males del pasado y del presente, faltaría más. Pero como eso no es fácil en uno de los países más importantes de la Historia de la Humanidad, hay que hacer una caricatura de España, una inmensa falsificación, un memorial de agravios falseados donde quede proscrita la grandeza de nuestra nación. Se podrá no estudiar la Reconquista, se podrá desconocer que los Reyes Católicos, al terminarla y, pocos meses después, al descubrir América, crearon el mundo, tal como lo conocemos hoy y desde entonces.
No sabrán tampoco estos hijos intelectuales, o sea, bobos, del Solemnísimo Zapatero lo que no quieran contarles sus profesores sobre la conquista, colonización y evangelización de América, la suma de todo un continente a la cultura occidental, la más propicia de todas a la libertad. Nada sabrán de lo que a España se debe y así no podrán rendirle tributo de admiración. Ojos que no leen, corazón que ni siente ni padece. ¡Pero, ah, con el terruño tribal, qué efusión, qué minuciosidad rinconera, qué delicada orfebrería educativa!
Por cierto, no crean que sólo liquidan la Historia. Tampoco son ya obligatorios el Poema del Cid, Garcilaso, El Lazarillo, El Quijote, Góngora, Quevedo, Lope, Calderón, Bécquer, Galdós y cuantos escritores del 98, del 14 o del 27 molesten al pijiprogre. ¿Que es un docente decente? Pues pasará a la clandestinidad y susurrará a los alumnos quién fue el Manco de Lepanto. Pero si quiere ascender, ya sabe: mucho poeta local, mucho idioma regional, mucho Suso de Toro y mucho Cebrián. Eso: ¡Abajo Cervantes y viva Cebrián! ¡Viva Sabino Arana, viva Companys y abajo los Reyes Católicos! ¡Vivan las caenas!
Enhorabuena a los pijiprogres que nos desgobiernan: un niño español podrá llegar al acné y aprobar la selectividad y sacarse un título y hacer el doctorado en Ciencias de la manipulación y proceder a la eutanasia activa o pasiva sin haber estudiado forzosamente los Reyes Católicos. ¡Al fin! Tanto institucionismo, tanta progresía, tanto presumir de que la cultura son ellos, de que la Educación son ellos, de que la Ilustración son ellos, y de que la modernidad son ellos, los pijiprogres, para que después de tantísimo progresar hayamos alcanzado las más altas cotas de atraso de nuestra Historia. ¡Pero qué digo Historia! ¡Si ya no hay Historia! Ahora la van a llamar Cambios en el tiempo. Sí, como una rama de la Meteorología.
Dirá el lector panglossiano que así los separatistas no podrán quejarse más de España. ¿Qué no? A España, como siempre desde el infausto Giner, le achacarán todos los males del pasado y del presente, faltaría más. Pero como eso no es fácil en uno de los países más importantes de la Historia de la Humanidad, hay que hacer una caricatura de España, una inmensa falsificación, un memorial de agravios falseados donde quede proscrita la grandeza de nuestra nación. Se podrá no estudiar la Reconquista, se podrá desconocer que los Reyes Católicos, al terminarla y, pocos meses después, al descubrir América, crearon el mundo, tal como lo conocemos hoy y desde entonces.
No sabrán tampoco estos hijos intelectuales, o sea, bobos, del Solemnísimo Zapatero lo que no quieran contarles sus profesores sobre la conquista, colonización y evangelización de América, la suma de todo un continente a la cultura occidental, la más propicia de todas a la libertad. Nada sabrán de lo que a España se debe y así no podrán rendirle tributo de admiración. Ojos que no leen, corazón que ni siente ni padece. ¡Pero, ah, con el terruño tribal, qué efusión, qué minuciosidad rinconera, qué delicada orfebrería educativa!
Por cierto, no crean que sólo liquidan la Historia. Tampoco son ya obligatorios el Poema del Cid, Garcilaso, El Lazarillo, El Quijote, Góngora, Quevedo, Lope, Calderón, Bécquer, Galdós y cuantos escritores del 98, del 14 o del 27 molesten al pijiprogre. ¿Que es un docente decente? Pues pasará a la clandestinidad y susurrará a los alumnos quién fue el Manco de Lepanto. Pero si quiere ascender, ya sabe: mucho poeta local, mucho idioma regional, mucho Suso de Toro y mucho Cebrián. Eso: ¡Abajo Cervantes y viva Cebrián! ¡Viva Sabino Arana, viva Companys y abajo los Reyes Católicos! ¡Vivan las caenas!
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18.1.07
COMENTARIOS LIBERALES Lo imposible FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
18-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
Lo imposible
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
En su artículo sobre la tardía incomparecencia parlamentaria de Zapatero para explicar su política antiterrorista tras el bombazo de Barajas, que por supuesto no explicó, recordaba anteayer Casimiro García Abadillo el dicho popular «No se puede soplar y sorber al mismo tiempo». En este caso, que ZP no le puede pedir al PP que no lo deje solo frente a ETA y, a la vez, seguir empeñado en negociar con la ETA y aislar al PP. Es imposible y además no puede ser. Sólo una voluntad resueltamente suicida de Rajoy lo llevaría a aceptar las curiosas fórmulas que le proponen los bienaventurados centristas: criticar a Zapatero pero no mucho, apretarle pero no demasiado, decir que no cuente con él para seguir haciendo lo mismo pero que, en el fondo, puede contar con él, haga lo que haga. Vamos, que está muy mal lo que ha hecho el Gobierno desde el Tinell y Perpiñán, pero que no está tan mal del todo, que todo tiene arreglo si el que rompe la vajilla es el PSOE, porque para eso está la derecha, para recoger los platos rotos de la bobisolemne progresía, siempre impune cuando destroza la Nación y la Constitución.
Pues, no, queridos colegas y sin embargo amigos, no. Rajoy tampoco puede sorber y soplar al mismo tiempo. O hace oposición o no la hace. O critica al Gobierno o no lo critica. O se presenta como alternativa o no se presenta. Pero ni aunque tuviera la cintura de Nadia Comaneci a los 14 años podría el grandullón de Pontevedra doblarse como una cucharilla en las manos de Uri Geller y ante la impasible mirada de José María Iñigo. Aquí, el que confunde la política con la magia no es Rajoy sino ZP, pero sus hechizos no funcionan. De momento, no ha conseguido que vuele Don Jesús, como el prestidigitador David Copperfield, y encima le han volado sus amigotes de la ETA, gente de paz como Otegui y De Juana, el parking de Barajas. Y dos muertos. Más.
El peor de los males políticos de España es que hay una parte de la población, la de tendencia izquierdista y nacionalista, que, con sus partidos y medios al frente, piensa que tiene derecho a todo y que la otra parte, la de tendencia liberal-conservadora o de derechas, no tiene derecho a nada. Si eso lo aceptase la derecha social como la derecha política, Rajoy reeditaría las escenas del sofá de Fraga y Felipe, con Peces de celestina. España tendría una «leal oposición», pero al Gobierno y al Rey, no a la Nación. En la democracia española no habría alternativa, que es lo que busca ZP, y como además la derecha social ya no traga, el PP se rompería, que es lo que busca el PRISOE.
Si Rajoy ha de rescatar al PSOE será conservando su base intacta y añadiendo nuevos votantes. Y eso pasa por estar en la calle con la AVT y no en las minimanis de ZP. Está clarísimo.
Pues, no, queridos colegas y sin embargo amigos, no. Rajoy tampoco puede sorber y soplar al mismo tiempo. O hace oposición o no la hace. O critica al Gobierno o no lo critica. O se presenta como alternativa o no se presenta. Pero ni aunque tuviera la cintura de Nadia Comaneci a los 14 años podría el grandullón de Pontevedra doblarse como una cucharilla en las manos de Uri Geller y ante la impasible mirada de José María Iñigo. Aquí, el que confunde la política con la magia no es Rajoy sino ZP, pero sus hechizos no funcionan. De momento, no ha conseguido que vuele Don Jesús, como el prestidigitador David Copperfield, y encima le han volado sus amigotes de la ETA, gente de paz como Otegui y De Juana, el parking de Barajas. Y dos muertos. Más.
El peor de los males políticos de España es que hay una parte de la población, la de tendencia izquierdista y nacionalista, que, con sus partidos y medios al frente, piensa que tiene derecho a todo y que la otra parte, la de tendencia liberal-conservadora o de derechas, no tiene derecho a nada. Si eso lo aceptase la derecha social como la derecha política, Rajoy reeditaría las escenas del sofá de Fraga y Felipe, con Peces de celestina. España tendría una «leal oposición», pero al Gobierno y al Rey, no a la Nación. En la democracia española no habría alternativa, que es lo que busca ZP, y como además la derecha social ya no traga, el PP se rompería, que es lo que busca el PRISOE.
Si Rajoy ha de rescatar al PSOE será conservando su base intacta y añadiendo nuevos votantes. Y eso pasa por estar en la calle con la AVT y no en las minimanis de ZP. Está clarísimo.
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10.1.07
COMENTARIOS LIBERALES Requetepacto FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
10-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
Requetepacto
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Pues, señor, al final va a resultar que el bombazo etarra en Barajas no empaña los brillantes análisis y las certeras estrategias del sabio muñeco Bambi Estadista, que si hubiera más imaginación en el mundo del juguete habría desplazado este último día de Reyes a Barbie Superstar. Está claro que a Zapatero le da igual que los etarras maten o no maten. Le da igual que vuelen el parking de Barajas. Le da igual que se burlen de lo que supuestamente representa, que es el Gobierno de España. Le da igual dejar al PP fuera de ese consenso contra el terrorismo que pide espantada la ciudadanía. Le da igual todo menos el espejo, que es como el de la madrastra de Blancanieves pero después de comprarlo Prisa. Y es muy natural que si, como asegura, no ha cometido ningún error, insista en el acierto. Hasta el próximo bombazo, naturalmente, que le llevará a ratificarse en su férrea determinación de acabar con el terrorismo mediante esa curiosa fórmula de rendirse a los terroristas en nombre de la paz. Y del Espíritu de Múnich.
Zapatero, evidentemente, se niega a recuperar el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que en su día firmó con el PP y en el que se condena expresamente al PNV por su empeño en negociar políticamente con los criminales etarras. Pero eso, que ya sería mucho en cualquier progre moncloveo, le resulta hazaña menor a Superbambi. Así que como el PNV -o para ser precisos Juan José Ibarretxe- ha salido por peteneras de Estella a defender el próximo sábado que se siga negociando con los terroristas aunque pongan bombas, allá va el PSOE a sumarse al pacto estellesco o lizarresco, ese Cinturón de Plomo nacionalista que desde el martirio y asesinato de Miguel Angel Blanco protege a ETA de los pérfidos españoles y sus feroces gobiernos. Ya ha aclarado Patxi López que ellos no están de acuerdo con una manifestación cuyo lema es Por la paz y el diálogo pero que, naturalmente, irán a engrosar las huestes aranianas. No lo han hecho vicelehendakari todavía, pero López no se rinde. Su paisano Unamuno hubiera aprovechado para hacer la biografía del brillante vicelíder del PSE con el título de una vieja novela: «Nada menos que todo un hombre». Gracián, más brutalmente sutil, hubiera rescatado para la ocasión uno de sus primeros breviarios: El héroe. Baroja, César o nada; aunque más nada que César. Lo que está claro es que en España sólo ha habido en la última década un pacto contra ETA, el del PSOE y el PP, y un pacto a favor de ETA, que empezó en Estella y continuó en Perpiñán. En realidad, ante el terrorismo separatista no hay más alternativa. Y lo mismo piensa Zapatero; pero como su prioridad máxima, o única, es impedir que el PP pueda llegar a La Moncloa, este sábado el PSE se paseará con el PNV y ERC, sus aliados favoritos. Todos con ETA, todos contra el PP.
Zapatero, evidentemente, se niega a recuperar el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que en su día firmó con el PP y en el que se condena expresamente al PNV por su empeño en negociar políticamente con los criminales etarras. Pero eso, que ya sería mucho en cualquier progre moncloveo, le resulta hazaña menor a Superbambi. Así que como el PNV -o para ser precisos Juan José Ibarretxe- ha salido por peteneras de Estella a defender el próximo sábado que se siga negociando con los terroristas aunque pongan bombas, allá va el PSOE a sumarse al pacto estellesco o lizarresco, ese Cinturón de Plomo nacionalista que desde el martirio y asesinato de Miguel Angel Blanco protege a ETA de los pérfidos españoles y sus feroces gobiernos. Ya ha aclarado Patxi López que ellos no están de acuerdo con una manifestación cuyo lema es Por la paz y el diálogo pero que, naturalmente, irán a engrosar las huestes aranianas. No lo han hecho vicelehendakari todavía, pero López no se rinde. Su paisano Unamuno hubiera aprovechado para hacer la biografía del brillante vicelíder del PSE con el título de una vieja novela: «Nada menos que todo un hombre». Gracián, más brutalmente sutil, hubiera rescatado para la ocasión uno de sus primeros breviarios: El héroe. Baroja, César o nada; aunque más nada que César. Lo que está claro es que en España sólo ha habido en la última década un pacto contra ETA, el del PSOE y el PP, y un pacto a favor de ETA, que empezó en Estella y continuó en Perpiñán. En realidad, ante el terrorismo separatista no hay más alternativa. Y lo mismo piensa Zapatero; pero como su prioridad máxima, o única, es impedir que el PP pueda llegar a La Moncloa, este sábado el PSE se paseará con el PNV y ERC, sus aliados favoritos. Todos con ETA, todos contra el PP.
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AL ABORDAJE La calle DAVID GISTAU
10-01-07
AL ABORDAJE
La calle
DAVID GISTAU
Queda usted advertido de que si falta a la manifestación del día 13 ingresará de manera fulminante en las listas del facherío pendiente de purga. Y aún correrá el riesgo de ser expuesto para escarnio popular en el vestíbulo del Círculo de Bellas Artes, con la cabeza atrapada en un cepo y con un cartel donde se le declare culpable de no apoyar al Gran Líder Máximo con la sumisión exigida por la última campaña del «Pásalo». Una línea de flores blancas va a ser trazada en la calle. Y ay de quien se quede del otro lado. Sobre aquél recaerán la ira y la declaración de enemigo de las que se está indultando a quienes volaron la T-4 como quien mueve una ficha en el tablero y luego invita a seguir jugando.
ETA declara vigente el alto el fuego, el proceso que gestiona como si la inspirase Frank Sinatra: A mi manera. E incluso rebaja la importancia de las muertes relacionándolas con una circunstancia casual, con la mala suerte, como si a los dos ecuatorianos los hubiera descalabrado un tiesto. Y cómo le apetece a 'Zetapé', tan esquivo, tan reticente en hacer oficial la ruptura, dar por buenas las explicaciones y seguir moviéndole el abanico a la banda, procurando no darle más motivos de enfado para que no nos castigue con otra de estas bombas que nos pone por nuestro bien, para educarnos en modales democráticos. Pero, para seguir con el proceso, al menos con la parte no subterránea del mismo, Zetapé necesita dos cosas. Un poco de tiempo para que el humo se disipe, los escombros se retiren y los ecuatorianos sean olvidados y solapados por la crisis del Real Madrid. Y un gran baño de masas, un buen chute pancartero que le sirva de aval y que, de paso, instale la sensación de que la calle por fin le ha sido arrebatada a las víctimas y al PP. Al facherío en general. Al verdadero enemigo, pásalo, que a estas alturas ya representa una otredad harto más odiada e imposible de integrar que la del gudari con todos sus accidentes mortales.
Para ello, para ganar la calle y arrogarse la representación de la voluntad popular, está siendo movilizada de nuevo la parranda del «No a la guerra». Que estaba desactivada y algo aburrida, tanto que la Bardem, por ejercitar la conciencia a la espera de causas mayores, dispuesta estuvo a encadenarse a los plátanos de El Prado junto a Tita. Pero que ahora, convocada por Ferraz «en apoyo de nuestro presidente, pásalo», de nuevo aparecerá con ese protagonismo gritón que tanto conviene a esa vanidad de árbitros morales y, por añadidura, al acceso a las subvenciones, premios y demás prebendas.
Advertido queda: si no sale usted a desfilar con ellos, es que pertenece a la puta España de Rubianes, a la de las Azores, a la que asesinó a Lorca, a la que estaba deseando que ETA volviera a matar para que Zetapé no se apuntase el logro de la paz.
ETA declara vigente el alto el fuego, el proceso que gestiona como si la inspirase Frank Sinatra: A mi manera. E incluso rebaja la importancia de las muertes relacionándolas con una circunstancia casual, con la mala suerte, como si a los dos ecuatorianos los hubiera descalabrado un tiesto. Y cómo le apetece a 'Zetapé', tan esquivo, tan reticente en hacer oficial la ruptura, dar por buenas las explicaciones y seguir moviéndole el abanico a la banda, procurando no darle más motivos de enfado para que no nos castigue con otra de estas bombas que nos pone por nuestro bien, para educarnos en modales democráticos. Pero, para seguir con el proceso, al menos con la parte no subterránea del mismo, Zetapé necesita dos cosas. Un poco de tiempo para que el humo se disipe, los escombros se retiren y los ecuatorianos sean olvidados y solapados por la crisis del Real Madrid. Y un gran baño de masas, un buen chute pancartero que le sirva de aval y que, de paso, instale la sensación de que la calle por fin le ha sido arrebatada a las víctimas y al PP. Al facherío en general. Al verdadero enemigo, pásalo, que a estas alturas ya representa una otredad harto más odiada e imposible de integrar que la del gudari con todos sus accidentes mortales.
Para ello, para ganar la calle y arrogarse la representación de la voluntad popular, está siendo movilizada de nuevo la parranda del «No a la guerra». Que estaba desactivada y algo aburrida, tanto que la Bardem, por ejercitar la conciencia a la espera de causas mayores, dispuesta estuvo a encadenarse a los plátanos de El Prado junto a Tita. Pero que ahora, convocada por Ferraz «en apoyo de nuestro presidente, pásalo», de nuevo aparecerá con ese protagonismo gritón que tanto conviene a esa vanidad de árbitros morales y, por añadidura, al acceso a las subvenciones, premios y demás prebendas.
Advertido queda: si no sale usted a desfilar con ellos, es que pertenece a la puta España de Rubianes, a la de las Azores, a la que asesinó a Lorca, a la que estaba deseando que ETA volviera a matar para que Zetapé no se apuntase el logro de la paz.
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9.1.07
COMENTARIOS LIBERALES La 'vicefiera' FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
09-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
La 'vicefiera'
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Buena la ha hecho nuestro periódico nombrando Personaje del Año a la vice del Gobierno. A partir de ahora, todas las bofetadas a la oposición, vengan o no a cuento, le tocará darlas a ella, mientras Zapatero y hasta José Blanco ponen carita de yo no he sido. Ayer, la doña dio un recital de ferocidad, le atizó a Rajoy por activa, por pasiva y por perifrástica, le dio por arriba, por abajo y por el medio, se lo pasó de pitón a pitón, lo corneó en el suelo, le hizo todas las barrabasadas conocidas y alguna más. Vamos, que parecía que en vez de desayunar la clásica tostada de pan con aceite, ella se pone vinagre. Y todo, creo yo, por lo del premio, la buena imagen, la revelación y esas cosas.
-¿Así que tú eres la buena, eh? -le diría Zapatero.
-No, presidente, no. Ja, ja. Son cosas de Pedro Jota, que ya sabes cómo es. Ja, ja.
-Si a mí me parece bien. Hace falta alguien con credibilidad para poner a Rajoy en su sitio. Ya que no quisiste jugar a la Alcaldía de Madrid, espero que ahora arrimes el hombro. No hay que decirte lo delicado de la situación. Sé que lo harás estupendamente.
-Con tu confianza, presidente.
-Por supuesto. Eso que nunca te falte.
Y a por Mariano. Al jefe del PP lo invitan sobre la marcha, no le proponen nada serio, se hacen la foto y a la salida cornean al diestro. Y eso que era un festival benéfico, de los de traje campero y cuernos de peluquería. Si es la Feria de Abril, le mandan a Telesforo Rubio; y si es San Isidro, a los GAL. Claro, como Rajoy dijo aquello de que iría a La Moncloa siempre que le llamase el presidente, son capaces de llamarlo a diario para que la vice lo ponga verde en el telediario de la noche. Y todo, me malicio, por la condecoración simbólica de EL MUNDO. Lo que no sé si entiende la estadista valenciana es que hablar de diálogo después del éxito del suyo con la ETA no es lo que se dice un argumento de autoridad. Y que cuando tenga la cara dura (eso sí, trabajadora y trabajada) de decir que Mariano Rajoy será «responsable», tendrá que aclarar de qué.
El PP tendrá muchos defectos, pero ni ha traicionado a la nación ni a la Constitución, ni ha maltratado a las víctimas del terrorismo ni se ha encamado con los terroristas. Eso es privilegio de Zapatero y su Gobierno, o sea, Rubalcaba y Fernández de la Vega.
En realidad, Rajoy sólo corre el peligro de reeditar al francés: «par delicatesse, j ai perdu ma vie». O sea, que por ser educado con los maleducados y decente con los indecentes puede quedarse en barbecho. Lo malo es que después del Proyecto Gran Simio, tampoco le podemos decir aquello tan castizo de «¡al toro, que es una mona!». Si fuera mona, estaría protegida. Siendo toro, condenado.
-¿Así que tú eres la buena, eh? -le diría Zapatero.
-No, presidente, no. Ja, ja. Son cosas de Pedro Jota, que ya sabes cómo es. Ja, ja.
-Si a mí me parece bien. Hace falta alguien con credibilidad para poner a Rajoy en su sitio. Ya que no quisiste jugar a la Alcaldía de Madrid, espero que ahora arrimes el hombro. No hay que decirte lo delicado de la situación. Sé que lo harás estupendamente.
-Con tu confianza, presidente.
-Por supuesto. Eso que nunca te falte.
Y a por Mariano. Al jefe del PP lo invitan sobre la marcha, no le proponen nada serio, se hacen la foto y a la salida cornean al diestro. Y eso que era un festival benéfico, de los de traje campero y cuernos de peluquería. Si es la Feria de Abril, le mandan a Telesforo Rubio; y si es San Isidro, a los GAL. Claro, como Rajoy dijo aquello de que iría a La Moncloa siempre que le llamase el presidente, son capaces de llamarlo a diario para que la vice lo ponga verde en el telediario de la noche. Y todo, me malicio, por la condecoración simbólica de EL MUNDO. Lo que no sé si entiende la estadista valenciana es que hablar de diálogo después del éxito del suyo con la ETA no es lo que se dice un argumento de autoridad. Y que cuando tenga la cara dura (eso sí, trabajadora y trabajada) de decir que Mariano Rajoy será «responsable», tendrá que aclarar de qué.
El PP tendrá muchos defectos, pero ni ha traicionado a la nación ni a la Constitución, ni ha maltratado a las víctimas del terrorismo ni se ha encamado con los terroristas. Eso es privilegio de Zapatero y su Gobierno, o sea, Rubalcaba y Fernández de la Vega.
En realidad, Rajoy sólo corre el peligro de reeditar al francés: «par delicatesse, j ai perdu ma vie». O sea, que por ser educado con los maleducados y decente con los indecentes puede quedarse en barbecho. Lo malo es que después del Proyecto Gran Simio, tampoco le podemos decir aquello tan castizo de «¡al toro, que es una mona!». Si fuera mona, estaría protegida. Siendo toro, condenado.
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8.1.07
COMENTARIOS LIBERALES Los escombros de ZP FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
08-01-07
COMENTARIOS LIBERALES
Los escombros de ZP
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
No sé si la voladura de ese crimen llamado diálogo, negociación o, simplemente, rendición ante la banda etarra le pasará factura al PSOE en las urnas o reducirá -qué menos- su intención de voto. La experiencia no alienta el optimismo, aunque las encuestas publicadas mostrasen que la inmensa mayoría de los españoles considera algo más que un tremendo error el llamado proceso de paz. Todos decían condenar en las encuestas la corrupción generalizada en los últimos años de González, pero, a la hora de la verdad, le dieron una cómoda victoria en el 93 y casi vuelven a dársela en el 96.
La izquierda política es más alérgica que nunca al patriotismo español, pero a cambio cultiva con fervor el patriotismo de partido, eso que el vulgo alfabetizado solía llamar sectarismo. Y como Zapatero tiene más medios de comunicación y más poderosos que los que tenía González, no hay que descartar una reconciliación entre el líder y su secta.
Sin embargo, los escombros y los muertos dejados por ETA en Barajas son algo más que una metáfora, y sería gravísimo que entre los medios de comunicación y los políticos convenciéramos a la ciudadanía de que basta con volver al Pacto Antiterrorista para cancelar las terribles hipotecas contraídas por el irresponsable inquilino monclovita. El rendido diálogo de ZP con ETA era sólo la punta del iceberg del cambio de régimen, de la liquidación de la legitimidad democrática nacida de la Transición, de la resurrección de la Guerra Civil y, al modo de la II República española o el México del PRI, del disfrute perpetuo del poder por izquierdistas y nacionalistas.
Ese proyecto es anterior al 11-M y al presidente por accidente -recuérdese el Pacto del Tinell o el de Perpiñán- y va más allá del apaño con los terroristas. Incluso si el PSOE llegara a la conclusión de que su relación política con ETA, mucho más cordial que la mantenida con el PP en esta legislatura, le resulta perjudicial, es difícil que renuncie a lo que, en definitiva, es un proyecto de poder prácticamente ilimitado.
Del mismo modo que el error de ZP no está en cómo ha negociado con la ETA, sino en el hecho de negociar, los escombros institucionales que deja el proceso son aún más estremecedores que los de Barajas. Ni el Rey ni el Gobierno, ni la Fiscalía ni la Judicatura, ni los guardias civiles ni la Policía, ni tantos periodistas y tantos medios de comunicación salen ilesos de esta tregua trampa que nos tendieron a medias la progresía y los terroristas.
Zapatero se ha pringado, sí, pero lo ha pringado casi todo. Y aunque las instituciones recuperen sus funciones, estarán construyendo sobre los escombros, que es la peor forma de construir. La Nación y la Constitución, o sea, los cimientos han volado.
La izquierda política es más alérgica que nunca al patriotismo español, pero a cambio cultiva con fervor el patriotismo de partido, eso que el vulgo alfabetizado solía llamar sectarismo. Y como Zapatero tiene más medios de comunicación y más poderosos que los que tenía González, no hay que descartar una reconciliación entre el líder y su secta.
Sin embargo, los escombros y los muertos dejados por ETA en Barajas son algo más que una metáfora, y sería gravísimo que entre los medios de comunicación y los políticos convenciéramos a la ciudadanía de que basta con volver al Pacto Antiterrorista para cancelar las terribles hipotecas contraídas por el irresponsable inquilino monclovita. El rendido diálogo de ZP con ETA era sólo la punta del iceberg del cambio de régimen, de la liquidación de la legitimidad democrática nacida de la Transición, de la resurrección de la Guerra Civil y, al modo de la II República española o el México del PRI, del disfrute perpetuo del poder por izquierdistas y nacionalistas.
Ese proyecto es anterior al 11-M y al presidente por accidente -recuérdese el Pacto del Tinell o el de Perpiñán- y va más allá del apaño con los terroristas. Incluso si el PSOE llegara a la conclusión de que su relación política con ETA, mucho más cordial que la mantenida con el PP en esta legislatura, le resulta perjudicial, es difícil que renuncie a lo que, en definitiva, es un proyecto de poder prácticamente ilimitado.
Del mismo modo que el error de ZP no está en cómo ha negociado con la ETA, sino en el hecho de negociar, los escombros institucionales que deja el proceso son aún más estremecedores que los de Barajas. Ni el Rey ni el Gobierno, ni la Fiscalía ni la Judicatura, ni los guardias civiles ni la Policía, ni tantos periodistas y tantos medios de comunicación salen ilesos de esta tregua trampa que nos tendieron a medias la progresía y los terroristas.
Zapatero se ha pringado, sí, pero lo ha pringado casi todo. Y aunque las instituciones recuperen sus funciones, estarán construyendo sobre los escombros, que es la peor forma de construir. La Nación y la Constitución, o sea, los cimientos han volado.
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LA TRASTIENDA ¡Vamos a por ETA! ISABEL SAN SEBASTIAN
08-01-07
LA TRASTIENDA
¡Vamos a por ETA!
ISABEL SAN SEBASTIAN
¡Claro que se han cometido errores en este malhadado proceso de paz que Zapatero se empeña en defender contra muerte y destrucción! Errores gravísimos de valoración de la información disponible, pero sobre todo un error de fondo que explica y sustenta los demás. Un error que ha envenenado la política antiterrorista del Partido Socialista desde los tiempos de Felipe González, con especial virulencia en esta etapa de ineptitud solemne que caracteriza el mandato de ZP. Un error suicida para la democracia, consistente en asumir la tesis nacionalista según la cual es indispensable negociar con ETA ya que resulta imposible derrotarla.
Pues bien; frente a esa postura cobarde y fatalista hay otra que cree en la victoria del Estado de Derecho si empuñamos las amas de la Ley y la firmeza. Si nos convencemos de que somos más, somos más fuertes y tenemos la razón de nuestra parte. Si nos atrevemos a mantener inamovible esta posición durante el tiempo suficiente, cosa que jamás ha ocurrido.
Antes de la traición socialista al Pacto contra el Terrorismo, que desencadenó esta última tregua-trampa, estábamos muy cerca de conseguirlo. Lo mismo sucedió tras la formidable reacción ciudadana al asesinato de Miguel Angel Blanco, y por eso la serpiente se arrastró a pedir oxígeno al PNV en Estella. Lo incomprensible es que recibiera la ayuda que imploraba tanto de Arzalluz/Ibarretxe como de Zapatero. Que los tres picaran confiando en llevarse la gloria y la cosecha. ¿Cuántas veces más? ¿Cuántos muertos más antes de cerrar definitivamente esa puerta?
Esta semana Rubalcaba anuncia una ronda de contactos con los partidos, en busca de consenso. ¡A buenas horas! O mucho me equivoco, o será difícil lograr que el PP y ERC, IU o el PNV remen en la misma dirección, habida cuenta de sus planteamientos de partida. ¿A qué compañeros escogerá el ministro para esta singladura, a quienes se desviven por reanudar el diálogo con los asesinos o a quien se empeña en llevarles a la cárcel?
En el hipotético caso de que el Gobierno hubiese visto la luz y quisiese realmente cambiar de bando, lo tiene fácil: Que detenga a Josu Ternera, como hizo el PP con la interlocutora Belén González Peñalva, Carmen, antes incluso de que ETA rompiese la tregua del 98. Que el fiscal pida el ingreso en prisión de Otegi y sus compinches. Que sean confiscados de una vez todos los bienes batasunos. Que cese cualquier relación política con esa Ezquerra Republicana que justifica el terrorismo. Que ETA perciba claramente que vamos a por ella.
Pues bien; frente a esa postura cobarde y fatalista hay otra que cree en la victoria del Estado de Derecho si empuñamos las amas de la Ley y la firmeza. Si nos convencemos de que somos más, somos más fuertes y tenemos la razón de nuestra parte. Si nos atrevemos a mantener inamovible esta posición durante el tiempo suficiente, cosa que jamás ha ocurrido.
Antes de la traición socialista al Pacto contra el Terrorismo, que desencadenó esta última tregua-trampa, estábamos muy cerca de conseguirlo. Lo mismo sucedió tras la formidable reacción ciudadana al asesinato de Miguel Angel Blanco, y por eso la serpiente se arrastró a pedir oxígeno al PNV en Estella. Lo incomprensible es que recibiera la ayuda que imploraba tanto de Arzalluz/Ibarretxe como de Zapatero. Que los tres picaran confiando en llevarse la gloria y la cosecha. ¿Cuántas veces más? ¿Cuántos muertos más antes de cerrar definitivamente esa puerta?
Esta semana Rubalcaba anuncia una ronda de contactos con los partidos, en busca de consenso. ¡A buenas horas! O mucho me equivoco, o será difícil lograr que el PP y ERC, IU o el PNV remen en la misma dirección, habida cuenta de sus planteamientos de partida. ¿A qué compañeros escogerá el ministro para esta singladura, a quienes se desviven por reanudar el diálogo con los asesinos o a quien se empeña en llevarles a la cárcel?
En el hipotético caso de que el Gobierno hubiese visto la luz y quisiese realmente cambiar de bando, lo tiene fácil: Que detenga a Josu Ternera, como hizo el PP con la interlocutora Belén González Peñalva, Carmen, antes incluso de que ETA rompiese la tregua del 98. Que el fiscal pida el ingreso en prisión de Otegi y sus compinches. Que sean confiscados de una vez todos los bienes batasunos. Que cese cualquier relación política con esa Ezquerra Republicana que justifica el terrorismo. Que ETA perciba claramente que vamos a por ella.
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5.1.07
AL ABORDAJE En los escombros DAVID GISTAU
05-01-07
AL ABORDAJE
En los escombros
DAVID GISTAU
Ni siquiera hacía falta verle encaramado a los escombros, arengando con un megáfono a la nación golpeada, tipo United We Stand. Tampoco esperaba nadie un discurso con la temperatura de aquel We Will Never Surrender con el que, como escribió Robert Kaplan en El retorno de la Antigüedad, Churchill consiguió que todos los ciudadanos británicos se sintieran como él los veía: heroicos y trabados en la defensa de un destino común. Aun así, algo podría haber dicho 'Zetapé' en la T-4. Algo que lo caracterizase como el líder capaz de cargar con el peso de las cosas, incluso de las fallidas. Algo que por fin trascendiera su habitual ambigüedad meliflua, esa retórica en almíbar en la que, como dijo Pérez-Henares, la palabra paz aparece con la misma frecuencia y con el mismo sentido hueco que en un concurso de misses.
Nos lo debía. Y tanto tardó en salir del burladero de Doñana, que se habría dicho que al menos estaba preparando el discurso de su vida, lleno de principios explícitos y de resolución contagiosa contra la ofensiva terrorista. Pero qué va. Tan confuso ha hablado, que ni siquiera sabemos a qué va a dedicar toda esa energía que, al parecer, el atentado le ha recargado como si hubiera olido napalm por la mañana. Si a reanudar el proceso en cuanto los dos ecuatorianos envuelvan el pescado, o a asumir el error y olvidarlo, aun cuando esto le provoque un desgaste político, que es lo único que el presidente parece empeñado en evitar: salvarse uno mismo cuando lo demás ya está perdido.
Unas cuantas toneladas de escombros y dos cadáveres no parecen cosas que una «verificación» pueda soslayar, por más que sea elástica y comprensiva cuando arden autobuses o se descubren zulos. Y, en todo caso, constituyen una ocasión obligada para lanzar a la banda un inequívoco mensaje de ruptura que además trace las líneas que jamás debieron ser traspasadas.
No mientras nos pretendamos un Estado soberano capaz , como los británicos de Churchill, de defender un destino común. La renuencia de Zetapé a lanzar ese mensaje en el lugar y el momento idóneos para hacerlo no sólo añade inquietud a un pueblo que llevaba días esperándole y que no puede compartir ya su fe de iluminado, no después de la T-4. Además indica que Zetapé, cautivo de un proyecto al que ha encomendado su propio porvenir político, está obligado a dejar siempre abierto un margen de recuperación del diálogo, incluso cuando vuelve a haber muertos, y más si se trata de muertos accidentales.
Cómo no va a sentirse dueña del escenario y de los tiempos ETA, ese constante Puerto Hurraco con coartada política. Ahora parece mentira que en los albores del proceso nos dedicáramos a debatir si una sola carta de extorsión invalidaba la mano tendida. Ha muerto gente, y Zetapé sigue preguntándoselo.
Nos lo debía. Y tanto tardó en salir del burladero de Doñana, que se habría dicho que al menos estaba preparando el discurso de su vida, lleno de principios explícitos y de resolución contagiosa contra la ofensiva terrorista. Pero qué va. Tan confuso ha hablado, que ni siquiera sabemos a qué va a dedicar toda esa energía que, al parecer, el atentado le ha recargado como si hubiera olido napalm por la mañana. Si a reanudar el proceso en cuanto los dos ecuatorianos envuelvan el pescado, o a asumir el error y olvidarlo, aun cuando esto le provoque un desgaste político, que es lo único que el presidente parece empeñado en evitar: salvarse uno mismo cuando lo demás ya está perdido.
Unas cuantas toneladas de escombros y dos cadáveres no parecen cosas que una «verificación» pueda soslayar, por más que sea elástica y comprensiva cuando arden autobuses o se descubren zulos. Y, en todo caso, constituyen una ocasión obligada para lanzar a la banda un inequívoco mensaje de ruptura que además trace las líneas que jamás debieron ser traspasadas.
No mientras nos pretendamos un Estado soberano capaz , como los británicos de Churchill, de defender un destino común. La renuencia de Zetapé a lanzar ese mensaje en el lugar y el momento idóneos para hacerlo no sólo añade inquietud a un pueblo que llevaba días esperándole y que no puede compartir ya su fe de iluminado, no después de la T-4. Además indica que Zetapé, cautivo de un proyecto al que ha encomendado su propio porvenir político, está obligado a dejar siempre abierto un margen de recuperación del diálogo, incluso cuando vuelve a haber muertos, y más si se trata de muertos accidentales.
Cómo no va a sentirse dueña del escenario y de los tiempos ETA, ese constante Puerto Hurraco con coartada política. Ahora parece mentira que en los albores del proceso nos dedicáramos a debatir si una sola carta de extorsión invalidaba la mano tendida. Ha muerto gente, y Zetapé sigue preguntándoselo.
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3.1.07
AL ABORDAJE T-4: hundido DAVID GISTAU
03-01-07
AL ABORDAJE
T-4: hundido
DAVID GISTAU
Su reacción pasmada y el escaqueo a Doñana durante las horas posteriores al atentado de la T-4 hicieron que 'Zetapé' recordara a aquel Bush que leía un libro infantil del revés mientras las Torres eran atacadas. Cuán parecidos fueron esos dos semblantes como de haberse pillado la picha con la cremallera que delataron bloqueo ante lo imprevisto e incapacidad de cumplir con las exigencias del liderazgo en una situación crucial. La bomba de ETA, con sus dos muertes accidentales, revienta la legislatura y convierte a Zetapé en un pato cojo prematuro para el que Osvaldo Soriano tiene una de esas combinaciones de tres adjetivos que tanto gustan al todavía presidente: triste, solitario y final.
(.../...)
Como a Zetapé no le ha salido el conejo de la chistera, ahora hay que regresar al Pacto Antiterrorista y recuperar la ayuda de las fuerzas políticas que fueron vapuleadas y enviadas al exilio interior por los intereses de una estrategia fallida. Es decir, que hay que volver a esos mismos principios por los que fueron puestos a parir desde el Gobierno y el periodismo orgánico todos cuantos los defendieron en los últimos meses, ya se tratara de cavernarios del PP nostálgicos de la muerte, de asociaciones de víctimas o de los escasos disidentes del PSOE tan acosados desde dentro como Rosa Díez. Si se trata de regresar a todo eso, a la unidad contra el terrorismo, a la firmeza desde todos los resortes del Estado -político, policial, social y judicial-, este Gobierno no puede ser el que lo haga. Porque ya nadie le cree.
Porque este Gobierno es el que ha desgastado la cohesión que ahora demanda. Porque es el que le ha comprendido las razones al terrorismo y no en cambio a las víctimas. Porque es el que ha alterado la semántica para hacer pasar a los terroristas por hombres de paz y estadistas. Porque es el que ha consentido chivatazos policiales e intervenciones judiciales que debilitaron la defensa antiterrorista.
Porque es el que sacó a la calle al equipo pancartero habitual para que deshiciera la unión social suplantando las manos blancas por rosas blancas. Porque es el que ha tolerado la recuperación de Batasuna como sujeto político e incluso ha planteado, apenas horas antes del atentado, reformar el Estatuto para permitirle el acceso a cuotas de poder. Porque ha fracasado en la apuesta a la que confió su legitimidad e incluso su posteridad. Porque, en suma, ha destruido todas las convenciones antiterroristas cuyos pedazos ahora intentará arreglar como quien vuelve a montar un reloj que primero rompió.
Por todo esto, y si ahora hay que volver a ocupar las posiciones que fueron abandonadas por Zetapé, nos merecemos un Gobierno que no esté manchado y al que no quepa reprochar que fue él quien nos debilitó para reforzarlos a ellos. Es hora de convocar elecciones. Y ojalá que a ellas se presente un PSOE más parecido a como lo concibió Nicolás Redondo que a este partido pasmado que, con tal de traicionar, se traicionó incluso a sí mismo.
(.../...)
Como a Zetapé no le ha salido el conejo de la chistera, ahora hay que regresar al Pacto Antiterrorista y recuperar la ayuda de las fuerzas políticas que fueron vapuleadas y enviadas al exilio interior por los intereses de una estrategia fallida. Es decir, que hay que volver a esos mismos principios por los que fueron puestos a parir desde el Gobierno y el periodismo orgánico todos cuantos los defendieron en los últimos meses, ya se tratara de cavernarios del PP nostálgicos de la muerte, de asociaciones de víctimas o de los escasos disidentes del PSOE tan acosados desde dentro como Rosa Díez. Si se trata de regresar a todo eso, a la unidad contra el terrorismo, a la firmeza desde todos los resortes del Estado -político, policial, social y judicial-, este Gobierno no puede ser el que lo haga. Porque ya nadie le cree.
Porque este Gobierno es el que ha desgastado la cohesión que ahora demanda. Porque es el que le ha comprendido las razones al terrorismo y no en cambio a las víctimas. Porque es el que ha alterado la semántica para hacer pasar a los terroristas por hombres de paz y estadistas. Porque es el que ha consentido chivatazos policiales e intervenciones judiciales que debilitaron la defensa antiterrorista.
Porque es el que sacó a la calle al equipo pancartero habitual para que deshiciera la unión social suplantando las manos blancas por rosas blancas. Porque es el que ha tolerado la recuperación de Batasuna como sujeto político e incluso ha planteado, apenas horas antes del atentado, reformar el Estatuto para permitirle el acceso a cuotas de poder. Porque ha fracasado en la apuesta a la que confió su legitimidad e incluso su posteridad. Porque, en suma, ha destruido todas las convenciones antiterroristas cuyos pedazos ahora intentará arreglar como quien vuelve a montar un reloj que primero rompió.
Por todo esto, y si ahora hay que volver a ocupar las posiciones que fueron abandonadas por Zetapé, nos merecemos un Gobierno que no esté manchado y al que no quepa reprochar que fue él quien nos debilitó para reforzarlos a ellos. Es hora de convocar elecciones. Y ojalá que a ellas se presente un PSOE más parecido a como lo concibió Nicolás Redondo que a este partido pasmado que, con tal de traicionar, se traicionó incluso a sí mismo.
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